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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coche bomba

El brazo político de ETA quiso 'dejar claro', tras el ataque terrorista del 11 de septiembre en Estados Unidos, que lo consideraba 'inaceptable, porque fue un ataque indiscriminado contra la población civil'. No parece que esa distinción haya afectado grandemente a los jefes de ETA, que decidieron conmemorar la fiesta nacional española colocando un coche cargado de explosivos en el centro de Madrid.

Desde comienzos de año, ETA ha hecho estallar 14 coches bomba en diferentes lugares, ocasionando 5 muertos y unos 60 heridos. Es cierto que no todos los terrorismos son iguales, pero la distinción entre el que practica ETA y el de los islamistas no se refiere al carácter indiscriminado de sus efectos: los de un coche bomba lo son por definición, tanto si se recurre al aviso como si no, porque, como ha vuelto a demostrarse ahora, el lugar y momento de la explosión dependen decisivamente del azar. La eventual negligencia a la hora de detectar el coche tras el aviso recibido a media mañana no modificaría ni la responsabilidad de ETA ni el carácter indiscriminado del atentado.

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Pero es necesario averiguar si ha habido negligencia o al menos impericia. La existencia de una grabación realizada durante la mañana en la que se ve al coche aparcado en la calle señalada por los terroristas indica un fallo grave de seguridad. Es posible que hayan ideado algún procedimiento para dificultar la detección del explosivo. También es verosímil que programasen erróneamente el mecanismo de relojería para hacer estallar el coche a las doce de la noche en lugar de las doce del mediodía, coincidiendo con el desfile que se celebraba no muy lejos del lugar, con asistencia del Rey y las principales autoridades del Estado. Ello revelaría una voluntad de provocar a la vez una matanza y la máxima conmoción.

ETA ha reconocido recientemente el fracaso de su estrategia de imposición por vía de hecho plasmada en Lizarra, e insinuado un regreso a la de pulso con el Estado en la perspectiva de una negociación política. Como en ETA la teoría suele ir por detrás de la práctica, se trata seguramente de una justificación de los atentados con coches bomba contra intereses turísticos y locales públicos (Málaga, Barajas, Vitoria) de los últimos meses. Pero ello supone regresar a una vía que en su día fue abandonada por considerar poco realista que cualquier Gobierno fuera a aceptar una negociación política. Cada vez más ETA es una organización que mata por inercia, sin una estrategia definida.

Las nuevas condiciones internacionales favorecen el acoso a ETA, cuya pervivencia se ha visto favorecida por la existencia del santuario francés. Eso se ha acabado casi totalmente, como demuestran los acuerdos, todavía mejorables, alcanzados en relación a la entrega de terroristas detenidos en Francia y los avances hacia la creación de un espacio judicial europeo. Y la nueva conciencia internacional sobre la naturaleza de la amenaza terrorista no puede dejar de afectar al medio nacionalista en que ha logrado sobrevivir ETA.

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