Prestigiar el Premio Nobel de Economía
EFECTIVAMENTE, ALGO ha de estar cambiando en el mundo para que le den el Nobel de Economía (compartido con Akerlof y Spence) a Josep Stiglitz. No porque no se lo mereciera, sino porque sus intervenciones desde que dejó el Banco Mundial han sido las de un heterodoxo, alejado de las corrientes dominantes del pensamiento norteamericano. Cuando la Academia de Suecia justifica el galardón de este año, lo hace basándose en los análisis que han hecho los premiados 'de los mercados con información asimétrica'. Información asimétrica es una forma de hablar de información privilegiada.
Hace casi dos años, Stiglitz, que había sido presidente del Comité de Asesores Económicos del presidente Clinton, dimitió como vicepresidente del Banco Mundial y volvió a la universidad. Entonces escribió un artículo en The New Republic, titulado Información económica: lo que aprendí en la crisis económica mundial, en el que preanunciaba las líneas de denuncia que a partir de ese momento iba a seguir: revisión del papel del Estado, esquilmado en las últimas décadas por los que él denomina 'fundamentalistas del mercado' (véase el artículo publicado en EL PAÍS el pasado jueves), y crítica a la rigidez del FMI en la resolución de las crisis financieras. En él describe: 'En teoría, el FMI apoya a las instituciones democráticas de los países a los que ayuda. En la práctica, socava el proceso democrático al imponer su política. Oficialmente, por supuesto, el FMI no impone nada. Negocia las condiciones para recibir ayuda... Los modelos matemáticos que emplea el FMI a menudo están llenos de errores o se han quedado anticuados... Se ha dado el caso de equipos asignados a un país que ya tenían redactado el borrador del informe antes de visitarlo. Y me han contado un desgraciado incidente en el que los miembros de un equipo copiaron gran parte del texto de un informe sobre un país y lo usaron al por mayor para el informe sobre otro... Los expertos del FMI creen que son los más inteligentes y están mejor formados y menos politizados que los economistas de los países que visitan... Créanme lo que les digo: he enseñado en la Universidad de Oxford, en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en la Universidad de Stanford, Yale, Princeton, y el FMI casi nunca ha conseguido fichar a ninguno de los mejores alumnos'.
Ha habido muchas críticas a los Nobel de Economía por su escoramiento a la derecha. Casi todos los galardonados son hombres, norteamericanos y partidarios del neoliberalismo. Stiglitz supone una vuelta a los orígenes
Con el Premio Nobel a Stiglitz, la Academia Sueca de las Ciencias, que actúa en nombre del Banco de Suecia, ha vuelto a sus orígenes, cuando buscaba un equilibrio entre sus galardonados. En 1974, por ejemplo, el Nobel se repartió entre el sueco Gunnar Myrdal, estudioso del círculo vicioso de la pobreza y de la riqueza, y el ultraliberal Friedrich von Hayek. Poco a poco, el premio fue escorándose: todos los galardonados han sido hombres; la inmensa mayoría, norteamericanos y, sobre todo, casi todos, científicos del neoliberalismo.
Ese escoramiento a la derecha fue el causante de las numerosas críticas al premio, muchas de las cuales han pedido su supresión al considerar que su ideologización no se correspondía con los deseos de Alfred Nobel. Las críticas arreciaron cuando en 1998, poco después de conceder el premio a Robert Merton y Myron Scholes por la elaboración de un nuevo método de evaluación de los instrumentos financieros derivados, éstos entraron a participar en la línea ejecutiva del fondo de alto riesgo Long Term Capital Management (LTCM) para aplicar su modelo; el fondo prácticamente fue a la quiebra y hubo de ser salvado con la intervención de un grupo de bancos bajo la intercesión de la Reserva Federal. Un año después, el Nobel de Economía buscó su legitimidad concediéndoselo al economista indio Amartya Sen por algo más tangible, como 'su contribución al análisis del bienestar económico'.
Ahora se ha prestigiado añadiendo el nombre de Stiglitz. En el FMI y en los ambientes del 'fundamentalismo del mercado' no habrá gustado mucho.
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