El 'glamour' de Las Vegas y la inspiración oriental vuelven a París
Más de 100 creadores desfilan con el lema 'Que continúe el espectáculo'
Los más de cien desfiles de las colecciones de primavera-verano 2002 de creadores internacionales, realizados a largo de los últimos diez días, concluyen hoy en París. Las tendencias son variadas, pero destacan la mezcla de lo latino, el glamour de Las Vegas y la inspiración oriental. Volantes, flecos y bordados se mezclan con pantalones harén, túnicas y sombreros tejanos. El mayor exponente de esta última idea es John Galliano.
A pesar de las bajas de los compradores de la mayoría de las grandes almacenes americanos (Neiman Marcus, Bloomingdale's y Saks) debido a los atentados terroristas -seis ejecutivos de la cadena T. J. Max murieron en uno de los aviones que chocaron contra las Torres Gemelas- han acudido a París el 80% de las pequeñas tiendas especializadas. Algunas casas como Helmut Lang, Cerruti, Loewe o Lanvin cancelaron sus desfiles, pero la mayoría decidió seguir bajo el lema de Que continúe el espectáculo.
La próxima primavera-verano 2002 cuenta con tendencias variadas, pero destacan sobre todas el tema latino-español, con profusión de volantes, bordados de flores y pedrería al estilo mantón de Manila, las incrustaciones de blondas y encajes, las faldas y blusones campesinos mexicanos, dentro de un ambiente de nuevo romanticismo, además del mix étnico de culturas en este encuentro de Occidente con la mezcla insólita de prendas asociadas con Japón, China o Extremo Oriente como quimonos, chilabas, túnicas, pantalones harén y piezas típicas occidentales y, sobre todo, americanas a base de vaqueros, flecos y sombreros tejanos.
El mayor exponente de esta última idea es John Galliano, que ya lo propuso la temporada pasada en su colección de Christian Dior, y que en esta ocasión bautiza como Street Chic (Chic Callejero) un look que combina el glamour de Las Vegas y la estética oriental en forma de vestidos estampados de flores superpuestos sobre pantalones rodeo bordados, ponchos, caftanes, fulares que cubren cabezas y faldas sobre vestidos lenceros. Dries van Noten se inspiró en el Lejano y Próximo Oriente a base de quimonos cruzados de gasas y sedas, chaquetas en brocados típicamente marroquíes y faldas saris bordadas en tonos tenues como verde musgo, verde largo, rosa palo o tabaco, estampados a veces con flores exóticas. Kenzo, diseñado por Gilles Rosier, respiró un cierto aire vietnamita.
Jean Paul Gaultier, por su parte, hizo un viaje hacia India y Nepal, donde el color azafrán de los hare krishna fue la base de una colección de piezas superpuestas. Valentino envuelve, literalmente, los pantalones y escotes de tops o vestidos con volantes y bordados de encaje, y todo complementado con anchos fajines corsé o enormes cinturones y gargantillas de turquesas. Alexander McQueen (en su primera colección bajo el paraguas del grupo Gucci) hizo un homenaje al folclor andaluz con vestidos flamencos de lunares en rojo y negro, con cortes asimétricos por costados y espaldas, pantalones toreros, capas y monteras.
Ambiente safari
Tom Ford, instigador del romanticismo que azota las pasarelas, eligió la ruta salvaje del ambiente safari proponiendo caftanes largos y sueltos, blusas con hombros al descubierto en estampados de panteras y leopardos o dibujos tribales en blanco y negro, además de faldas estrechas en ante color tabaco.
Entre la profusión de colores vivos como turquesas, naranjas y rojos u otros más sutiles como verdes grisáceos, tostados, azul marino o negro, el blanco destaca como una apuesta segura y algunos diseñadores han basado toda su colección en este tono inmaculado, inocente y virginal, como el dúo holandés Viktor y Rolf quienes se inspiraron en las novicias a punto de entrar en el convento.
Babelia
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