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Uzbekistán teme ser arrollada por la guerra ante el auge del integrismo

El Gobierno pone al Ejército en alerta y extrema la vigilancia sobre los musulmanes

Pilar Bonet

El apoyo logístico que Uzbekistán presta a EE UU en la guerra contra Afganistán inquieta a los habitantes del valle de Ferganá, la superpoblada región oriental, cuna de las tendencias islamistas hoy duramente combatidas por el régimen de Islám Karímov. Los uzbekos del valle, agobiados por la crisis económica y el paro, temen que la guerra acabe, de una forma u otra, engulléndoles a ellos también. Evaluar la realidad, no obstante, resulta difícil debido a la cerrazón informativa de las autoridades y al miedo y la desconfianza de la población.

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Países limítrofes:: Uzbekistán

En tres de los principales centros urbanos de la región (Kokand, Ferganá y Namangán), esta corresponsal ha conversado con personas críticas con el presidente Karímov, que se han expresado a condición de mantener el anonimato.

El secretario del Consejo Nacional de Seguridad de Uzbekistán, Mirakbar Rakhmankulov, negó ayer que el Ejército uzbeko esté procediendo a una reagrupación de tropas en el sur del país, en la frontera con Afganistán. Esta corresponsal fue testigo del avance de una columna de seis camiones militares, que el domingo se trasladaban en dirección a Tashkent por la ruta de 310 kilómetros que une la capital uzbeka con el valle de Ferganá. Asimismo, fue testigo ayer del movimiento de una columna de camiones cisterna, que se desplazaban en la misma dirección. En distintos lugares de la ruta había problemas de abastecimiento de gasolina que eran interpretados por los uzbekos como prueba de un acopio de combustible para fines no civiles. A juzgar por los numerosos controles policiales y la presencia de soldados armados, el Ejército uzbeko se encuentra como mínimo en estado de alerta.

Rakhmankulov desmintió ayer los rumores que afirmaban que un contingente de 8.000 a 10.000 talibán había penetrado en las fronteras uzbekas. Uzbekistán tiene una frontera de 137 kilómetros con Afganistán. Los problemas desestabilizadores para el país, sin embargo, pueden filtrarse por otras fronteras, como son las de Kirguistán y las de Tayikistán, y también la de Turkmenistán, un Estado que ha tenido buenas relaciones con los talibán.

Divisiones territoriales

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Para entender por qué los conflictos para Uzbekistán -y para otros países de la CEI- pueden venir de Kirguistán (que no limita con Afganistán) y de Tayikistán (que sí lo hace) hay que considerar varios factores: en primer lugar, el mapa de las divisiones territoriales justamente junto a la región uzbeka de Ferganá y, en segundo, algunos de los sucesos de los últimos años en estos parajes que son como vasos comunicantes.

Jumaboy Khojiev (Juma Namangani) y Tohir Yuldashev, dos de los líderes del Movimiento Islámico de Uzbekistán, a los que se supone luchando del lado de los talibán, proceden de Namangán, en el valle de Ferganá. Khojiev y Yuldashev encontraron refugio primero en Tayikistán, junto a la oposición islamista, y más tarde en Afganistán. En su país de origen, ambos están condenados en ausencia como presuntos culpables de atentados terroristas. Sus nombres se vinculan también a las incursiones armadas que durante dos veranos (1999 y 2000) han sucedido en el valle de Ferganá a partir de Kirguistán. Uzbekistán ha minado los territorios por donde penetraron los invasores (una banda variopinta formada por uzbekos, tayikos, kirguisos, uigures), pero las regiones entre Afganistán y Uzbekistán -vía Tayikistán y Kirguistán- han podido ser cruzadas con la ayuda de sobornos.

En el valle, los paisanos de Khojíev y Yuldáshev mantienen un cierto grado de escepticismo sobre la culpabilidad de Bin Laden. Si han acabado luchando junto con los talibán, dicen, es porque les cerraron todos los caminos para insertarse en el sistema político de Uzbekistán. 'Tayikistán ha sabido integrar a parte de sus islamistas; Uzbekistán, no', señalaba un maestro local en Namangán. Las informaciones son confusas. Un número indefinido de jóvenes islamistas uzbekos se habría marchado a Afganistán para luchar con los talibán, señalan vecinos politizados del valle de Ferganá, según los cuales otros jóvenes han pasado a la clandestinidad y esperan pacientemente un cambio de la situación en Uzbekistán. En agosto, seis personas de Ferganá recibieron condenas de 17 a 20 años acusadas de tratar de reclutar a jóvenes para luchar en Afganistán. Una fuente en Ferganá señala que a lo largo de la semana pasada se llevaron a cabo reuniones de los responsables de seguridad y policía del valle para extremar la vigilancia contra posibles actividades islamistas.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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