_
_
_
_
Tribuna:A DEBATE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una actividad empobrecedora

Los bosques de Cataluña están en vísperas de soportar la anual invasión de boletaires en busca de un producto natural de los que muchos aprecian su valor gastronómico y algunos el económico y el especulativo.

Los payeses propietarios de los bosques han tolerado históricamente el acceso y la recolección de setas a los amigos y vecinos, pero últimamente ya son muchos los que abusan de esta permisividad, y además son desconocidos, vienen de tierras lejanas, presumen de un coche todoterreno, no te piden permiso y ni te dan los buenos días. Son los antiguos boletaires aficionados y respetuosos, que ahora aparecen con espíritu destructivo y modos de mala educación. Hoy ya deben de saber que se apropian de manera indebida de un producto que no les pertenece.

Las setas se encuentran en zonas de montaña y deprimidas, la legislación general (el Código Civil) reconoce que los frutos de la tierra son del propietario del terreno, y si esto fuese respetado, se convertirían en una fuente de ingresos ideal para complementar la economía del agricultor, lo que también contribuiría a fijar la gente en el territorio y dar un valor añadido a cada comarca. Ahora, sin control, se puede considerar que por cada 1.000 pesetas que dejan en la comarca -básicamente en restaurantes y comercio- se llevan unas diez mil en setas, sin tener en cuenta el efecto indirecto que supone el daño sobre caminos y bosques. El balance es claramente empobrecedor para la comarca y ruinoso para el payés. Ni los recogen la gente de la zona ni se venden en ella.

Mucho debería cambiar la mentalidad urbana para darse cuenta de que su diversión provoca perjuicios a los payeses. También debe cambiar la actitud del Gobierno, que mira hacia otra parte cuando salen los ciudadanos a destrozar caminos y bosques. Quizá creen que así se distraen y no les organizan una protesta en la plaza de Sant Jaume.

Hoy ya es necesario tener una regulación de esta actividad y del acceso incontrolado de personas a los bosques privados (que son el 80% del territorio de Cataluña). Tanto en España como en Europa tenemos buenos ejemplos. Aragón y Navarra son los modelos más consolidados. Tanto medioambiental como económicamente, es urgente resolver la situación actual para no provocar un conflicto en el futuro. Hay malas experiencias en los cotos de caza y creo que con las setas lo podríamos hacer mejor.

Joan Jou i Sarri es responsable del sector forestal de la Unió de Pagesos de Cataluña

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_