La mano oculta
Lo que sucedió el 11 de septiembre en Nueva York y Washington fue horrible, inhumano y contrario a cualquier creencia. Estados Unidos tiene el derecho de castigar a los autores y el mundo
debe apoyarles, pero este apoyo debe ser racional, ayudándoles a buscar al verdadero culpable y no a cualquiera en nombre de la ira y la venganza, para no caer en el error de Oklahoma, cuando al principio acusaron a los musulmanes.
Las enseñanzas del islam no permiten esta barbarie. El mensaje del islam es aquel discurso que pronunció el primer califa del islam, Abu Bakr, a su ejército: 'No matéis ningún niño ni mujer ni anciano, no derribéis ninguna casa ni iglesia o sitio de culto, no cortéis ningún árbol ni queméis ningún campo'.
Los autores de los atentados quizás tengan nombres árabes, verdaderos o falsos (según el ministro del Interior saudí, en cuatro años han desaparecido 5.000 pasaportes), pero seguro que no tienen nada que ver con las verdaderas enseñanzas del islam. Los talibán puede ser que sean cómplices o no en esta barbarie, pero sí son culpables de no permitir la enseñanza a la mitad de sus población (las mujeres) y esto es contrario al islam y al derecho del ser humano; por eso deben ser desalojados del poder en Afganistán.
Este acto horrendo estaba dirigido desde el principio a que Estados Unidos declare la guerra al islam; así lo entendió Sharon, primer ministro de Israel, cuando atacó a todas las ciudades palestinas autónomas, y se jactaba su ministro de Defensa al decir que habían matado a 14 palestinos y el mundo permanecía en silencio; de esta manera, Sharon donaba fuego y destrucción, mientras Arafat donaba sangre a las víctimas. Lo más probable es que el cerebro de esta barbarie buscara la aniquilación de la Autoridad Nacional Palestina y de todas las fuerzas nacionales de Palestina y buscar otro interlocutor. Así como destruir a Irak y desestabilizar a Arabia Saudí.
Creo que hay una mano oculta detrás de todo esto, y es el deber de todos encontrarla.
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