Bodas de plata a la sombra de otra reforma laboral

Los discursos oficiales del acto con el que en la tarde de ayer Comisiones Obreras celebró el 25 aniversario de su andadura como sindicato rememoraron el pasado con orgullo. En contraste, las conversaciones privadas de los dirigentes sindicales estaban marcadas por el temor de que hoy el Gobierno imponga a las centrales y a los trabajadores una reforma dura de la negociación colectiva.

Esa preocupación se empezó a gestar por la mañana, cuando representantes de la Administración comunicaron a los sindicatos que se suspendía la reunión prevista para hoy con el Gobierno y la patronal para discutir la reforma de los convenios. El argumento oficial es que el Consejo de Ministros de hoy va a abordar el tema y que el debate ha estado precedido por la reunión que mantuvieron ayer los representantes de los ministerios de Economía y Trabajo.

CC OO sospecha que el equipo económico, para diluir los problemas y el desgaste del escándalo de Gescartera, se propone poner en marcha una reforma no deseada por los sindicatos, y transmitir la imagen de que 'el Gobierno gobierna'. En las conversaciones que los dirigentes de las centrales han mantenido estas semanas con Economía, quedó claro que su objetivo es dejar plena libertad a las empresas en la negociación colectiva, sobre todo en los aspectos que se refieren a los aumentos salariales. El debate con Trabajo ha sido menos complicado. CC OO recela de que se impongan las tesis más duras.

Al margen de esos temores, CC OO conmemoró ayer el 25 aniversario de la constitución como Confederación Sindical de Comisiones Obreras, fecha que estuvo precedida de otros 20 años de trabajo en la clandestinidad de las comisiones de las minas, los tajos y las fábricas. Reinó la nostalgia y, sobre todo, el sentido del humor. Más allá de los años de democracia, a la que el sindicato ha contribuido de forma muy activa, se recordaron los tiempos de persecución, para muchos de cárcel. De aquel Proceso 1.001 que ha pasado a la historia por su valor reivindicativo y porque la fecha del juicio contra 10 dirigentes (entre ellos, el que sería primer secretario general, Marcelino Camacho, e históricos dirigentes como Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido o el cura Paco García-Salve) coincidió con el asesinato de Carrero Blanco. Aquel día todo saltó por los aires. Con música del desaparecido No-Do, el acto se inició con una rememoración cómica de una asamblea cualquiera de hace 30 años, en plena represión franquista, con la irrupción en la sala de un grupo de grises y de miembros de la Brigada Político Social.

Tras ese paréntesis cómico, vino el repaso a la trayectoria iniciada por la organización a partir de esos duros comienzos, con un reconocimiento al trabajo del sindicato por parte de sus invitados: los actuales líderes políticos y del otro sindicato mayoritario, UGT. El coordinador de IU, Gaspar Llamazares, aseguró que ese acto de ayer era importante 'para recuperar la memoria', de sus propios compañeros de la central y también del camino recorrido desde la transición democrática. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, y el del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, reconocieron asimismo el papel relevante de la central en la historia de España. Según Zapatero, 'los 25 años de Comisiones han merecido la pena para la democracia y para este país'. El líder del primer partido de la oposición lanzó un guiño al sindicato ante la perspectiva de que él llegue al Gobierno y con el objetivo de mejorar las relaciones entre sus organizaciones, respecto a las que les enfrentaron en la etapa de Felipe González.

Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, que invitó al sindicato a una recepción en la sede de su Gobierno, valoró el papel de CC OO en la democracia. Javier Arenas, secretario general del PP, hizo gala del buen entendimiento que tuvo con CC OO en su etapa de ministro de Trabajo y de los frutos que produjeron con acuerdos sociales como el de las pensiones o la reforma laboral pactada de 1997. Su reconocimiento se extendió a los tres secretarios generales que ha tenido el sindicato, pero especialmente a Antonio Gutiérrez con el que discutió directamente en sus pactos.

Gutiérrez y Fidalgo también defendieron esa estrategia del consenso, pero sus intervenciones se centraron más en el papel del sindicato en la etapa anterior de la lucha por las libertades. Aunque en algunos aspectos de la estrategia sindical discrepan de su antecesor, Marcelino Camacho, el hombre que llevó el gran peso en los años más duros y que hoy apoya a la corriente crítica, ayer los tres dirigentes que han llevado las riendas de Comisiones reivindicaron el reconocimiento social al trabajo de sus militantes durante los últimos años del franquismo y durante la transición democrática, que a su juicio contribuyeron a los cambios políticos y sociales logrados en España.