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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aquí no pasa nada

Si se obtienen las conclusiones lógicas del escenario económico de los Presupuestos Generales del Estado que propone el Gobierno para 2002, resulta que entre julio y septiembre de este año nada sustancial ha cambiado en el panorama económico internacional (ni en el español). Ni los mercados bursátiles se están desplomando, ni la inversión y la producción industrial se han detenido, ni se ha acentuado en los últimos meses el riesgo de una recesión económica mundial de la que sólo se salva China, ni soplan vientos de guerra. A pesar de que esta crisis internacional sin precedentes ha sucedido y está obligando a todos los Gobiernos a revisar sus proyecciones económicas para el año que viene, el Gobierno se mantiene impertérrito en la misma previsión de crecimiento que propuso en julio, y en la obligación estratégica del déficit cero.

Cualquier previsión económica está obligada a suponer que el año próximo se reducirá de forma significativa el crecimiento del PIB y los ingresos tributarios y aumentarán el gasto público por encima de lo normal. El ministro de Hacienda parece admitirlo al decir que el Presupuesto 'está diseñado para hacer frente a una situación económica europea y mundial cargada de incertidumbres'; pero es incongruente al mantener las previsiones de crecimiento del PIB (2,9%), un incremento de ingresos del 6,5% e insistir en la consigna de equilibrio presupuestario que otros países están ya abandonando, de forma explícita o encubierta.

Cuando las cifras se conozcan en detalle, el juicio que merezca el Presupuesto vendrá determinado principalmente no por el mantenimiento del equilibrio o las vagas apuestas genéricas en favor del empleo, sino por la cantidad y calidad de los gastos de inversión. Aunque los ministerios económicos de los Gobiernos de Aznar no parecen dar a la convergencia real (que mide el bienestar de los ciudadanos) la prioridad que merece, convendría recordar que España mantiene un déficit muy preocupante en materia de inversión pública, I+D e infraestructuras respecto a la media de la UE, y que es precisamente en esas inversiones, como en la apuesta que se haga por las empresas de telecomunicaciones y tecnologías de la información, donde España se juega su futuro. Que es complicado a juzgar por la situación de la economía mundial en la que está plenamente integrada.

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