Los musulmanes neoyorquinos tienen miedo
Un hombre ebrio trató de atropellar a una mujer paquistaní acusándola de haber 'destruido el país'
A falta de alminar en las pequeñas mezquitas del sur de Manhattan, el muecín sale a la calle a llamar a los fieles, la mano derecha en el oído para poder entonar. Pero estos días han permanecido mudos. La mezquita Muhamad Number Seven 'ha suspendido sus servicios al público general hasta que las cosas vuelvan a la normalidad', dice uno de sus responsables, Thilip Mohammed. Unas cien personas asisten a los servicios habitualmente.
Otras mezquitas mayores, como Masdjd Salam, han abierto sus puertas. 'Aunque no hemos registrado ningún incidente, es también cierto que la policía ha reforzado la seguridad', dice uno de sus encargados, mientras se escucha la llamada a la oración al fondo. 'Aquí vienen españoles, portorriqueños, árabes'. Por Masdjd Salam pasan diariamente hasta 500 personas, que a veces ocupan parte de las aceras. El viernes no esperaban más de 100. En Huntington, en el Estado de Nueva York, Alan Lang, un hombre de 75 años, trató de atropellar a una mujer paquistaní en el estacionamiento de un centro comercial, informó la policía local. Lang, que se encontraba en estado de embriaguez, persiguió después a pie a la mujer acusándola de haber 'destruido mi país'. En Washington, aterrorizados estudiantes de origen kuwaití recibieron asistencia psicológica. Algunos de ellos decían haber sido agredidos.
El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, pidió públicamente comprensión para con la comunidad árabe, y subrayó que 'lo que estamos encarando ahora' son precisamente las consecuencias del odio hacia otros.
Pero, tras esos incidentes, las protestas ante The Mosque Foundation de Chigago y el bombardeo de otra mezquita en Australia, los musulmanes neoyorquinos tienen miedo. Prueba de ello es que la mayor parte de las mezquitas y asociaciones musulmanas de Nueva York no quieren hacer declaraciones por ahora.
'Tenemos órdenes de no hablar con la prensa', dice un representante de una mezquita. 'Agradecemos el interés de la comunidad internacional, y es importante que se sepa cómo estamos viviendo estas circunstancias, pero por ahora no hacemos declaraciones', se limita a contestar una persona de la organización musulmana Final Call.
Los comunicados que han sido hechos públicos desde el mundo musulmán condenan los atentados: 'El Centro Musulmán de Nueva York, junto con otras organizaciones de toda norteamérica, condena el ataque terrorista en Nueva York y ofrece sus condolencias a los familiares de aquellos que han muerto o han sido heridos. Instamos, además, a todos a que donen sangre para las víctimas'. 'El Círculo Islámico de Norteamérica está extremadamente horrorizado y entristecido por las tragedias de Nueva York y Washington', dice otra nota, y añade: 'Nuestros corazones y oraciones están con las familias de las víctimas de este despreciable crimen'. Otra comunidad afectada por el odio étnico generado por los atentados de las Torres Gemelas es más explícita. Se trata de los indio-americanos sijs. 'Me atacó un grupo de jóvenes blancos', dice un anciano, 'me empujaron y me caí, me pegaron con bates de béisbol'. La policía local ha registrado al menos tres incidentes de este estilo, por lo que ha reforzado la seguridad en el área donde se congrega esta comunidad, en Queens.
'Piensan que somos musulmanes porque llevamos turbantes', dice un líder de dicho colectivo, 'sí, lo parecemos, pero la religión sij y el islam no tienen nada en común'.
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