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Bohigas critica la defensa a ultranza de los monumentos históricos

El arquitecto clausuró el congreso de urbanistas en Barcelona

El arquitecto catalán Oriol Bohigas considera que la defensa a ultranza de los monumentos históricos puede ser contraproducente para la vida de las ciudades. Así lo afirmó ayer el artífice del urbanismo barcelonés de los años ochenta en la sesión de clausura del congreso sobre renovación urbana que ha reunido durante cuatro días en Barcelona a 700 especialistas de una cincuentena de países.

Después de reconocer que gracias a los que hace unos años defendían la conservación se pudo salvaguadar el patrimonio y poner freno a la desaparición de monumentos, Oriol Bohigas afirmó que hoy en día hay que apoyar el respeto hacia lo histórico, pero sin olvidar que entre quienes defienden esta postura se esconden 'los conservadores a los que repugna la arquitectura moderna o los falsos modernos que desconfian de su arquitectura'.

Bohigas hizo una defensa apasionada de la ciudad reivindicando los valores tradicionales y definiéndola como 'un lugar donde puedes buscar y encontrar sin buscar, eso no ocurre ni en Internet'. Su vena provocadora salió a relucir al calificar de 'hombres del neolítico' a los que viven en la periferia de la metrópoli, partiendo de la base que para él la ciudad tiene que ser el lugar donde se da el conflicto, el punto de encuentro, funcional, o no es nada. 'Lo otro (la suma de urbanizaciones dispersas en el territorio) no es ciudad, es otro sistema de aglomeración humana'.

Temas 'tabú'

Bohigas, que ha asistido diriamente a las sesiones del congreso, quiso aprovechar la ocasión de dirigirse a sus colegas para reflexionar sobre algunos de los temas 'tabú' que hay que tener muy en cuenta, en su opinión, cuando se trata de la reconstrucción urbana. Considera que las administraciones públicas deben actuar muy directamente cuando se trata de construir en lo ya construido. En este caso, recomienda a los poderes públicos que sean 'fuertemente intervencionistas'. Al renovar el tejido urbano existente, aboga por mantenerse alejado de métodos 'ultraliberales' porque, según dijo, 'siempre y más que nunca los políticos son los que tienen que decidir y definir la actuación que se ha de llevar a cabo'.

La diferenciación entre la ciudad y el campo, para Bohigas, debe ser clarísima, hasta el punto de que 'también hoy tendrían que estar amuralladas', apostilló con sorna, para añadir que una potente oferta cultural actuaría en este caso de 'muralla' frente a otras formas de vida en la periferia. Para construir en zonas preexistentes conviene abandonar criterios demasiado radicales. En su opinión, la reutilización de un espacio viene determinada por las razones de lo existente y de lo que se pretende sustituir. 'No hay duda de que el conflicto de la superposición es inherente a nuestra forma de rehabilitación'.

Ante el auditorio del Palacio de Congresos de Montjuïc, que seguía con atención su ponencia de clausura, Bohigas admitió que incurre en una contradicción cuando reclama cierta valentía al hacer arquitectura moderna en los núcleos históricos y al tiempo muy controlada. Para resolver el dilema que se presenta, dijo que no se le ocurre nada mejor que elegir buenos proyectos. Con el derecho que le da la experiencia y la trayectoria profesional, el urbanista hizo más apuntes a renglón seguido: los planes generales (metropolitanos) no son suficientes para actuar en la configuración urbana y hay que complementarlos con proyectos urbanos específicos.

Agresión a las ciudades

La sesión de ayer del congreso estuvo marcada por la tragedia ocurrida anteayer en Estados Unidos. Se produjeron intervenciones espontáneas, como la de un urbanista de Colombia que manifestó que la agresión a las ciudades se produjo justo cuando los participantes trataban de buscar nuevas formas de renovar las grandes urbes. A su vez, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, lamentó que el recuerdo que les quede a los asistentes de su estancia en la ciudad sea la fatídica fecha del día 11 de septiembre. Clos recordó en la clausura que los barceloneses sienten un gran aprecio por su ciudad, lo que en una encuesta de ámbito europeo los sitúa en el segundo lugar, después de los berlineses. En su intervención, Oriol Bohigas arremetió contra las ordenanzas municipales estéticas que rigen en Barcelona. 'Son un desastre' declaró con la vehemencia que le caracteriza, porque controlan férreamente las dimensiones de las ventanas, determinados colores y una serie de detalles que a él le parecen minucias, y luego las cosas importantes, tales como la altura de los edificios, se calculan en función de unos criterios discutibles que a veces no respetan el sky line de la ciudad histórica; 'funcionan fatal', afirmó. Pese a semejante corsé administrativo,ironizó, algunos arquitectos han logrado hacer buena arquitectura en estas condiciones. Bohigas se detuvo a enumerar una lista de ciudades europeas que han resuelto mejor o peor el reto de levantar obras nuevas en las zonas antiguas. Puesto a agradecer actuaciones audaces, citó la transformación urbana del París napoleónico y los conocidos en Roma como sventramenti (apertura de calles en zonas históricas). Bohigas se preguntó qué sería hoy día de Barcelona 'si nuestros abuelos no hubieran tenido la valentía de abrir en canal el barrio antiguo para hacer la Via Laietana'. Constató que muchas ciudades han visto palidecer su casco antiguo por no atreverse a modernizarlo.

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