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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Células terapéuticas

Un grupo de prestigiosos científicos españoles ha vuelto a pronunciarse a favor de la investigación con células madre como posible remedio a enfermedades hoy incurables o con devastadores efectos sobre la calidad de vida. Estas células poseen la propiedad de reproducirse in vitro casi indefinidamente y transformarse en células de cualquier tejido humano. Pueden extraerse de los adultos, pero, a juicio de los investigadores, las más prometedoras son las obtenidas a partir de embriones. Avanzar en esta línea de investigación, de enormes repercusiones potenciales para la salud humana, requiere hacer uso de embriones desechados en los procesos de fecundación asistida, unos 40.000 sólo en España.

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La Academia de las Ciencias de EE UU pide investigar sin trabas con células madre

La actitud de la Iglesia y de los grupos pro vida, junto con la falta de decisión a la hora de abordar un problema difícil, mantiene a los políticos paralizados. En España no ha sido convocada ni una sola vez en toda esta legislatura la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, compuesta por científicos y expertos que deben asesorar al Gobierno en esta cuestión. Este tipo de obstáculos y la falta de integración científica han hecho que un biólogo de la estatura profesional de Juan Carlos Izpisúa decida permanecer en EE UU para proseguir sus investigaciones en este campo.

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En EE UU persiste una indefinición política, y el claro apoyo de la Administración de Bush a los grupos más conservadores ha generado confusión. Los científicos pueden investigar siempre que las células madre sean proporcionadas por entidades privadas, generándose así un tráfico de células e información entre entidades públicas y privadas y entre países, según sean las legislaciones -Suecia y el Reino Unido tienen las más avanzadas-, lo que aumenta la complejidad de una situación ya de por sí complicada. La negativa de los Gobiernos a financiar este tipo de investigaciones y la indefinición legal existente están creando una tesitura preocupante.

La propiedad de los conocimientos generados se acumula progresivamente en manos de un conjunto de empresas privadas que dispondrán de un poder gigantesco sobre un sector vital para la salud en el futuro y con previsible impacto sobre el porvenir de la especie. El juego de relaciones entre estas empresas y los investigadores que trabajan en instituciones públicas, el cruce de derechos sobre patentes y la extensión de lo que es patentable y, por tanto, utilizable sólo bajo licencia de su propietario están tejiendo una maraña difícil de desmontar y aun de comprender. Éste es el peligro más inmediato que está creando la falta de coraje y la indecisión de los políticos, y no el de una improbable utilización de estas técnicas para la creación de seres subhumanos o sobrehumanos que aparecen en las visiones de los profetas apocalípticos de nuestro tiempo.

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