Revivir los barrios
Una exposición recoge el proceso de reconstrucción de las zonas urbanas degradadas de Cataluña
El barrio del Polvorín, en Montjuïc, se levantó en tres meses, y los primeros pisos del barrio de Verdum, en apenas 28 días. Ambos, nacidos a principios de la década de 1950, eran entonces inmensas islas de hormigón apartadas de la ciudad, que acogieron a miles y miles de emigrantes llegados de Andalucía, Murcia, Extremadura o Galicia huyendo de una larga posguerra marcada por el hambre y la miseria.
Verdum y el Polvorín, en Barcelona, crecieron por decisión del gobernador civil Felipe Acedo Colunga, que entonces mandaba bastante más que el propio alcalde de la ciudad. Y es que en 1952 se celebraba un Congreso Eucarístico en Barcelona y Acedo tenía prisa por ocultar el triste espectáculo de las barracas de la Diagonal, entonces avenida del Generalísimo Franco. Varias décadas después, tras las reivindicaciones de los movimientos vecinales en las décadas de 1970 y 1980, la constatación del imparable proceso de degradación física y social de los barrios junto con catástrofes como las 400 personas ahogadas en el barrio de Espronceda en Sabadell, en 1960; los siete niños y un trabajador electrocutados en el barrio del Besòs por jugar junto a precarias torres de alta tensión en 1962 y 1972 o la víctima del hundimiento de un edificio que tenía aluminosis en el Turó de la Peira en 1990, empujaron a las administraciones -local, autonómica y central- a intervenir.
Afectados por patologías estructurales, especialmente aluminosis, y levantados con materiales de una calidad ínfima, gran parte de estos barrios han tenido que ser reconstruidos casi al 100%. El resultado ha sido la rehabilitación de las viviendas y las infraestructuras de 16 barrios en toda Cataluña: las Viviendas del Gobernador, en Verdum; la Trinitat Nova, el Suroeste del Besòs, el Polvorín, el Turó de la Peira y La Paz, dentro del núcleo urbano de Barcelona; la Via Trajana, en Sant Adrià de Besòs; Arraona y Espronceda, en Sabadell; Salipota, en Súria; Sant Cosme, en El Prat de Llobregat; Sant Roc, en Badalona; Sant Crist, en Balaguer; Dolors Almeda, en Cornellà; Carles Trias, en Vilassar de Mar, y Torreforta, en Tarragona. Un presupuesto de 70.000 millones de pesetas ha permitido la reconstrucción de 9.404 viviendas, las primeras en Sant Cosme, y las últimas, aún sin terminar, en Trinitat Nova.
Hasta el inicio de estas obras, muchos vecinos sufrieron un largo vía crucis durante varias décadas para transformar sus llamadas hoy infraviviendas y conseguir lo que ahora nos parece más que elemental: agua corriente, alumbrado, alcantarillado, calles asfaltadas, algún medio de transporte. A lo largo de los 10 años desde el inicio del proyecto de reforma, los vecinos han sido expropiados, indemnizados, alojados provisionalmente, y han visto desaparecer sus hogares, construirlos de nuevo, adjudicarlos y urbanizarlos.
Con el 90% de las obras en marcha, el Instituto Catalán del Suelo inauguró ayer en el Colegio de Arquitectos de Cataluña la exposición Re-vivir los barrios, que recoge este largo proceso -permanecerá abierta hasta el 22 de septiembre- y permite recordar la evolución de barrios habitados por miles y miles de trabajadores que lucharon por el derecho a mejorar su entorno sin renunciar al tejido sentimental y social hilvanado a lo largo de tantos años de convivencia.
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