El asfalto esconde un paseo entre leyendas

Muchos coches, mucho humo. Es Madrid. En agosto, también. Pero es verano, y el Ayuntamiento, al hilo del ambiente relajado del estío, propone a quien se ha quedado o a quien viene de fuera para visitar la ciudad que rompa una lanza por lo sano y dedique su tiempo libre a pasear. Aunque sea entre coches. El Patronato Municipal de Turismo (91 588 29 00) organiza, desde el pasado mes de julio y hasta que concluya septiembre, una serie de visitas guiadas por la ciudad.

Los guías están preparados para contar los detalles de Madrid tanto en castellano como en inglés. 'La idea es que pueda venir público de todas clases, de todas las edades y de todas partes', cuenta Encarna Sánchez, una de las mujeres que llevan de paseo cada día a varios grupos.

'Cuando no había revistas, la gente se reunía en los mentideros para hablar de los demás'

Los recorridos pasan por lugares históricos y monumentales de la ciudad, sobre todo de la zona centro. Por calles, plazas y parques por donde quizá casi todos los madrileños han estado, pero que muchos no han visitado turísticamente. Cuestan, para los adultos, 500 pesetas. Y para los niños, jubilados y estudiantes, 400.

Los lunes, a las diez de la mañana, de la entrada de la Puerta de Alcalá, en la plaza de la Independencia, salen los Paseos por el parque del Retiro. Ese mismo día, a las cinco de la tarde, es posible conocer El Ayuntamiento por dentro, partiendo del número 5 de la plaza de la Villa. Hay que esperar al viernes, a las diez de la mañana, para quedar en la plaza Mayor, 3, y comenzar uno de los Paseos por el Madrid literario. Al día siguiente, desde ese mismo punto y a la misma hora, parten los Paseos por el Madrid de los Austrias, mientras que los domingos es posible apuntarse a los que recorren el Madrid de los Borbones.

Pero el más misterioso y original es, sin duda, el único que se celebra cuando cae el sol, llamado Leyendas del viejo Madrid, que atrae a mucha gente, pues con la noche la ciudad aumenta su encanto mientras se esconde de los rigores del sol estival. Como el pasado viernes, a las nueve de la noche, cuando más de 150 personas aguardaban en la plaza Mayor a que comenzara el recorrido.

Con la oscuridad 'esto tiene un toque de misterio', comentan Teresa y Andrés, dos madrileños, mientras cae la noche. Entre los bares y las terrazas, además de la música, comienzan a escucharse las historias... Antes, en los siglos XVI y XVII, 'cuando no había revistas ni programas de cotilleos', existían los mentideros, unos lugares donde la gente se reunía a contar la vida de otras personas, cuenta Encarna, la guía. Fueran verdad o mentira, al pasar de boca en boca 'hubo historias que con el paso del tiempo se convirtieron en leyendas', agrega. Narraciones que incluyen a miembros de la realeza, cortesanos, personas de la calle. Historias de amor, de odio, de muerte y algunos fantasmas. Una señora de unos 70 años escucha con atención. A cada palabra de la guía, mueve la cabeza aprobando lo que dice. 'Es que soy de aquí, y entre los libros que he leído y los comentarios que escuchaba antes, ya sabía muchas cosas de las que cuentan', comenta.

La mayor parte de las personas del grupo son madrileñas. 'No sabes lo que van a contar y siempre se aprende algo nuevo', afirma un señor. 'Es una pena no conocer más, hay lugares por los que hemos pasado muchas veces y no nos sabíamos estas historias', cuenta una pareja de 23 y 25 años. Para los jóvenes, el paseo es una buena opción para disfrutar el inicio del fin de semana. Después irán a cenar.

El grupo continúa el recorrido. 'El que no pasa por la calle de la Pasa, no se casa', dice la guía. Luego cuenta que anteriormente se encontraba allí la vicaría, por lo que la gente tenía que acudir al lugar antes de casarse por la Iglesia.

'Es la hora de los fantasmas. ¿No vas a tener miedo?', le pregunta Encarna a una niña de seis años que vive en Barcelona. 'No', responde Joana, que no se pierde una palabra del relato sobre un guardia mujeriego, quien, tras descubrir que había pasado la noche con una mujer muerta hacía muchos años, decidió convertirse en fraile franciscano. La pequeña barcelonesa tampoco se sobresalta con la historia de un padre y una hija que robaron y mataron a diez hombres. Para eliminar las pruebas, los cortaron en cachitos y los tiraron por el retrete. Al contrario, la niña se divierte ante la pausa de la guía, que duda en concluir la frase. El calor del verano no ha disminuido dos horas después. El recorrido termina. Varias parejas hacen planes para apagar su sed con una caña de cerveza. La noche todavía es joven.