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Los hospitales aminoran la reducción de camas en verano

El Insalud y Sanidad modifican el plan de reducción de servicios por el aumento de pacientes

Un paciente que ingresa en las urgencias de un hospital debería permanecer en este departamento un máximo de 48 horas, según profesionales del servicio. En ese plazo debe decidirse su ingreso en el hospital o su vuelta a casa. Pero en verano los enfermos pueden permanecer hasta 10 días ingresados en esta área.

La causa es la falta de camas disponibles por la clausura que el Insalud y la Consejería de Sanidad (propietaria del Gregorio Marañón) han establecido en los meses estivales ante el descenso de la población de la región, explica Albino Navarro, director territorial del Insalud. De las 9.000 camas de la red pública hospitalaria de agudos, unas 2.000 han sido clausuradas. Además, los hospitales aprovechan estos días para acometer reformas de mantenimiento.

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Saturación en el Gregorio Marañón y en el Doce de Octubre

Un aumento del 10% de las urgencias atendidas en los hospitales del Insalud -que se eleva al 30% en el Gregorio Marañón, según UGT de Madrid- ha obligado a las administraciones a modificar el número de camas clausuradas previstas, aunque no ha sido concretada la incidencia de estos cambios.

En los pasillos Navarro afirma, por su parte: 'Las urgencias de Madrid no están colapsadas y el servicio en ellas no se ve afectado'. Sin embargo, EL PAÍS ha comprobado que, al menos en el Gregorio Marañón, el Doce de Octubre y La Paz, decenas de enfermos pasan días en urgencias, a la espera de su ingreso en planta. En ocasiones, la situación se agrava y obliga al personal sanitario a atender a los pacientes en los pasillos.

Los sindicatos CC OO, Satse y UGT denuncian desde hace meses el excesivo celo de las autoridades en reducir el gasto en la sanidad pública. Por ello, afirman, no se suple al personal que está de baja o de vacaciones, lo que provoca 'jornadas de hasta 17 horas y una disminución de la calidad asistencial que afecta a la atención médica a los ciudadanos', según una enfermera del Gregorio Marañón.

El Insalud insiste en que los planes de clausura se justifican por el registro de camas que han quedado libres en veranos anteriores. 'Se mantienen abiertas las camas que en el registro histórico permanecieron ocupadas, más un 16% de reserva por las posibles contingencias', explica el director territorial del Insalud. Todo ello, añade Navarro, sigue una política 'de racionalización de los recursos sanitarios que permita una gestión eficaz sin descuidar la atención sanitaria. Prueba de ello es que este verano está abierto un 3,5% de camas más que el año pasado'.

Los sindicatos, sin embargo, no están de acuerdo con las medidas adoptadas. 'Aceptamos que se persiga una gestión adecuada de los recursos, pero es incomprensible que los pacientes estén en urgencias durante días, mientras están cerradas plantas enteras de los hospitales', argumenta Gabriel España, responsable de sanidad de UGT de Madrid. 'Muchas veces, bajo el cierre de camas, supuestamente planificado, se busca un ahorro de gastos en personal', añade España.

Por otra parte, los sindicatos estiman que la población real atendida por cada hospital es superior a la incluida en los datos de habitantes de cada área sanitaria. El último padrón, realizado en 1996, cifra la población regional en 5.073.000 personas, mientras que, según los sindicatos médicos, se atiende a 500.000 personas más, debido a los 200.000 inmigrantes que han llegado a la Comunidad en los últimos cinco años, la población flotante y el crecimiento natural de los madrileños.

En las urgencias de los hospitales La Paz, Gregorio Marañón y Doce de Octubre es difícil hacer una radiografía fija de la situación, pues ésta cambia diariamente. Un servicio puede colapsarse en pocas horas ante la imposiblidad de dar una cama a los pacientes que llegan a urgencias hasta la mañana siguiente, cuando los médicos dan el alta a los enfermos ingresados.

Estas situaciones son calificadas de 'meras puntas de actividad' por la dirección de los hospitales, que, según aseguran, se normalizan en poco tiempo. Los sindicatos y los trabajadores, por su parte, consideran que los departamentos de urgencias viven un 'colapso crónico'. 'El cuello de botella está en el cierre de camas. Da igual que entren muchos o pocos pacientes; las urgencias siempre están al límite, porque el número de personas que pueden ser trasladadas a las plantas es mínimo cada día', se queja una trabajadora de La Paz. Ésta añade: 'La única posibilidad de ingresar a un paciente en planta es que alguien reciba el alta; el hospital nunca abre las camas necesarias para aligerar las urgencias'.

La Paz reabre 70 de las 350 plazas cerradas

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