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Reportaje:

La anestesia más dolorosa

El médico acusado de contagiar la hepatitis C a 268 pacientes en Valencia se sentará en el banquillo

De sangre a sangre. Al administrar la anestesia al enfermo para una operación, reservaba en la misma jeringuilla una parte que se inyectaba él mismo. La adicción a los opiáceos generada por un frenético ritmo de trabajo llevó a un médico a infectar así a muchas personas una enfermedad cuya transmisión sólo se produce por contacto sanguíneo. Esa es la hipótesis sobre el contagio masivo de hepatitis C en 1998 en Valencia, que ha llevado al juez José Manuel Ortega, titular del juzgado de Instrucción número cinco, a procesar al anestesista Juan Maeso.

El juez consideró el pasado 7 de mayo que el facultativo contagió el virus al menos a 268 pacientes, fundamentalmente en dos hospitales valencianos, La Fe, de la red pública, y Casa de Salud, clínica privada adscrita al plan de choque de la Consejería de Sanidad para reducir las listas de espera. La defensa recurrió ya el auto. El magistrado no admitió el recurso y le comunicó que mantenía su contenido sin tocar ni una coma.

'Me cuesta creer que ese señor pudiera actuar impune en un quirófano lleno de profesionales'
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Una caída en picado desde el prestigio a la sospecha

La Audiencia de Valencia debe pronunciarse ahora. La vista oral, por el número de letrados, la cantidad de testigos y la complejidad de las pruebas,obligará a habilitar un espacio extraordinario.

La instrucción -aún abierta, ya que además de los 268 pacientes incorporados al sumario hay al menos siete sobre los que se espera el resultado de las pruebas genéticas- empezó en mayo de 1998. Fue en los últimos días de febrero de aquel año cuando la opinión pública supo que la propia Consejería de Sanidad, dirigida entonces por Joaquín Farnós y sumida en un fuerte escándalo, apuntaba a un médico bien considerado profesionalmente como origen de la infección.

'Han pasado años. ¿Qué le puedo decir? Tengo una enfermedad crónica por haberme operado de apendicitis. Me obliga a precauciones y controles que han modificado mi forma de vivir. Tengo dos hijos pequeños, no sé mi evolución. Además de justicia necesitamos una explicación'. Antonio tiene 42 años. Pasó por un quirófano de la Casa de Salud (donde se infectaron 220 pacientes). Recuerda que el anestesista fue Maeso. 'Es muy distinto pensar que has desarrollado una enfermedad a que un profesional, además prestigioso, te la haya contagiado de forma premeditada. Y me cuesta creer que ese señor pudiera actuar de forma impune en un quirófano lleno de profesionales'.

La investigación se ha orientado a saber por qué la prevalencia de la hepatitis C era superior a la normal en esos centros, y a establecer que Maeso, quien se enteró de que tenía hepatitis C también en febrero de 1998, está infectado de un virus idéntico al de las 268 personas. Los más de 40.000 folios de la causa fueron resumidos en un auto que considera que los hechos podrían ser constitutivos de 'delitos de lesiones o, incluso, de delitos de homicidio en grado de tentativa'.

Con seis puntos señala el juez los hechos : 'Que todos los pacientes fueron anestesiados o tratados con ocasión de estancias hospitalarias por Juan Maeso; que existe relación monofilética o parental entre el virus detectado en dichos pacientes y el identificado en Maeso, en condiciones tales que cabe sostener que tal similitud se debe a la existencia de contagio por parte del señor Maeso (...); que a todos los pacientes (...) les administró o tuvo ocasión de administrar fámacos tóxicos capaces de generar, en caso de abuso, dependencia; que no existen indicios de que los pacientes estuvieran contagiados antes (...); que las diligencias (...) permiten sostener como circunstancia motivadora del múltiple contagio la realización por el anestesista imputado de una práctica irregular cual es usar instrumental utilizado por él para el consumo de tóxicos en la administración de esos mismos tóxicos a los pacientes ; y que no consta que Maeso tuviera constancia antes de su condición de portador del virus'.

'Lees lo que dice el juez y te parece una pesadilla. ¿Cómo es posible? Me operé en La Fe, no en Mali ni en Etiopía. ¿Se va pinchando la gente por los pasillos? ¿Nadie se alarma de ver cómo circulan jeringuillas expuestas a cualquier cosa? Me han arruinado la vida, y a mi hija'. Carmen se operó en la Casa de Salud. Su contagio llegó hasta su hija, hoy con 23 años.

El juez reconoce que hay entre 14 y 25 casos en los que no está acreditado que Maeso participara, pero no lo considera relevante porque entiende que tampoco está acreditado que Maeso no estuviera entonces en el centro y pudiera haber participado como colaborador. Si se demuestra que no estuvo allí, que no pudo estar allí, la argumentación acusatoria se rompería. Para el juez, y para el casi centenar de acusaciones particulares y populares, la prueba irrefutable es el análisis filogenético del virus.

Pero hay otros enfermos de hepatitis C en las mismas fechas sobre cuyo origen de contagio no se ha investigado porque nunca tuvieron que ver con Maeso y cuya prevalencia está por encima del 2º oficialmente normal. Ésa es la crítica al proceso que hace Francesc Davó, defensor de Maeso: 'La investigación da por supuesto desde el primer momento que es culpable. No se dirige hacia el esclarecimiento del origen de un contagio que afecta a más de 268 pacientes, entre los que está mi cliente. Y todas las pruebas encaminadas a abrir más el campo de datos y a contrastar informes que ha pagado la propia Consejería han sido denegadas sistemáticamente'.

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