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Alarma rusa ante la nueva actitud de Washington

El liderazgo ruso reaccionó ayer con alarma al anuncio efectuado el jueves por el subsecretario norteamericano de Defensa, Paul Wolfowitz, de que EE UU desplegará dentro de tan sólo cuatro años una primera versión del escudo antimisiles. Ígor Serguéyev, asesor del presidente Vladímir Putin, aseguró que la actitud de Washington mete de lleno al mundo en una nueva carrera de armamentos. Por su parte, el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, aseguró que las palabras de Wolfowitz parecen indicar que Bush ha tomado ya la decisión de romper el tratado ABM antimisiles balístico.

Ivanov añadió que Rusia confía aún en que la ruptura del tratado ABM sea la posición del Pentágono, y no la de la Casa Blanca. Ivanov señaló, durante un encuentro con corresponsales extranjeros, que el anuncio de acelerar el plan de escudo antimisiles ha causado una honda preocupación en Rusia. Según The Washington Post, EE UU está informando ya a sus aliados y a su antiguo enemigo de la guerra fría de que las pruebas entrarán en cuestión de meses en colisión con el ABM, que el Kremlin considera la piedra angular del proceso de desarme.

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Fuentes diplomáticas señalaron también ayer que Rusia considera que es pronto para perder la esperanza de que el conflicto se resuelva por la vía del diálogo, ya que desde EE UU llegan declaraciones con frecuencia contradictorias, pero matizaron que hay algo muy claro: que Rusia responderá en función del nivel de riesgo para la seguridad del país que detecten sus expertos. Antes, lógicamente, hace falta saber de qué se habla, algo por el momento imposible, ya que los planes norteamericanos están muy lejos de haberse aclarado por completo. Las mismas fuentes matizaron que la miniguerra de las galaxias norteamericana es mucho más preocupante para China que para Rusia, ya que el enorme arsenal nuclear de este último país es imposible de neutralizar con cualquier sistema antimisiles, al menos en los próximos 10 años, lo que no ocurre con el mucho más modesto de Pekín.

El presidente chino, Jiang Zemin, tratará con toda seguridad de esa cuestión con Putin cuando llegue el próximo lunes a Moscú, en una cumbre en la que se firmará un tratado de amistad y buena vecindad (hay 4.000 kilómetros de frontera común) sin precedentes desde el suscrito en 1949 en tiempos de Stalin y Mao Zedong.

En el reparto de papeles, Serguéyev interpretó ayer el de halcón al señalar, en declaraciones a la agencia Interfax, que EE UU está empezando a aplicar una especie de doctrina unilateral de disuasión. Según él, ninguna de las razones esgrimidas por Rusia ha frenado los planes norteamericanos de establecer la hegemonía en la esfera del armamento estratégico. 'De hecho', precisó, 'la globalización se está convirtiendo en americanización'. El mundo está entrando, dijo, en una nueva carrera armamentística 'imposible de detener' y en la que serán desmantelados los acuerdos y sistemas de no proliferación.

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La voz de la moderación llegó del propio presidente, Vladímir Putin, y de su ministro de Defensa y hombre de confianza, Serguéi Ivanov. El líder del Kremlin, que el pasado 16 de junio pareció sentar en Eslovenia las bases de una relación amistosa con George Bush, aseguró ayer que las cuestiones de seguridad estratégica deben ser negociadas.

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