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SANFERMINES 2001
Columna
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Sigue el viraje

El PNV quema de nuevo sus naves. El jelkidismo, esta vez con Ibarretxe al frente, ha elegido decididamente el soberanismo en la encrucijada de caminos que ha sido el comienzo de esta legislatura. La cosa ha resultado meridiana en la sesión de investidura ¿Serán éstas sus últimas naves? ¿Ha iniciado una carrera sin retorno? Pudiera ser. El viraje, sólo comparable al producido en ese partido en la posguerra española, en plena II Guerra Mundial, cuando todos los escenarios eran tan imaginables como irrealizables, se inició en la Asamblea General del Euskalduna (enero de 2000), bajo el efecto aún de la tregua recién rota. Se vendió dentro del partido como la única vía imaginable para integrar a HB en el proceso político (pista de aterrizaje para ETA, y todas aquellas zarandajas). Digo que se vendió, porque con ese argumento se calló a todos los autonomistas sinceros del PNV.

Ibarretxe ha hablado con claridad, renunciando a la grandeza de momento que se le presumía. Y a alguno esto le ha parecido un acierto. Sin embargo, de un somero análisis de esta sociedad y la tradición de ese partido se desprende que resulta un gravísimo error cometido por quien ha de guiar los destinos del paisito en estos cuatro años. El ya lehendakari, ha dividido su intervención en cuatro apartados. El cuarto de ellos -quizá el más importante si ésta fuera una sociedad normalizada-, dedicado a la economía y a los planes sociales, no viene al caso ahora. Cuentan los otros tres, y se desprenden de una lectura fanática e irresponsable que el PNV ha hecho de los resultados del 13-M.

En el primero, de 'compromiso ético', condena como nunca antes la actividad de ETA y su entorno, lo que es de agradecer, y propone toda una gama de medidas para apartar la violencia del país. Eso está bien. Sin embargo, en el segundo y tercero propone una vía legal hacia la soberanía plena del País Vasco (en la perspectiva de Euskal Herria; la vieja Euskadi), hecha sin contemplaciones con el sistema legal (aunque se le cite) y a los equilibrios sociales que hicieron posible el Estatuto. Una vía planteada sin el menor rigor conceptual -equipara Constitución, Estatuto, autodeterminación e independencia como 'ideas igualmente legítimas', sin reparar que la Constitución, así genéricamente, es la carta de los países democráticos, o que 'independiente' fue el Chile de Pinochet; por lo demás, la Constitución de 1978 es la ley básica vigente, cosa que parece olvidar), ni estudios de viabilidad e impacto sobre la economía, la sociedad, etc. Por lo demás, aunque se diga lo contrario, se espera así ganar a ETA la partida (ETA querría imponerse por el terror, se dice, y el PP, ¡qué disparate!, por el 'derecho de conquista'), introduciéndole en la vida política por la falsa puerta de atrás.

Todo surge de un quiebro electoral: el 13-M, valoran, fue ese desmarque de ETA y la radicalidad política la que les dio la victoria. Qué elemental. Echaremos de menos a Inaxio Oliveri.

Así, Ibarretxe renuncia a ser lehendakari de todos los vascos y opta por ser lehendakari de parte. Y abandona la vía de la integración social de la ciudadanía que han seguido los catalanes (con tanta o más inmigración y una sociedad mucho más nacionalizada) y que está en la tradición hispana y en la propia del PNV, que nunca fue pendular -maldito título, que tantas esperanzas suscita: ya volverán-, sino la de un largo camino hacia la modernización y el pragmatismo democrático e integrador. Ahora el PNV opta, en cambio, por liderar sólo a la comunidad nacionalista y forzar al resto por arriba.

Lo más grave es que esto conduce a un sistema de partidos orientados a comunidades desagregadas que irán cristalizando, si Dios no lo remedia. Se elige el modelo de Quebec o Bélgica, el de la ruptura interna (quebequés y anglófono-valón y flamenco, que aquí no existía ni existe aún). Menos si miramos los resultados del último Euskobarómetro, en el que entre autonomistas (42%) y federalistas (18%) suman el 60%, frente a un 29% de independentistas. Todo casi un juego de niños, si a eso no se añadieran las muertes y el totalitarismo de ETA. Esto es muy grave. Créanselo.

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