Un montaje con capillas, un cubo rojo y el silencio de la música
Una estructura en forma de puzzle, de Leonardo da Vinci, de 1490, es la primera imagen de la exposición Minimalismos. Un signo de los tiempos, que los comisarios Anatxu Zabalbeascoa y Javier Rodríguez Marcos han colocado como un guiño para entrar en el mundo de 'lo minimal'. A continuación recuerdan la columna infinita de Brancusi como un antecedente declarado por el núcleo duro de los minimalistas. Los comisarios proponen una lectura transversal por el arte de un siglo que busca conceptos como el orden, depuración, esencialidad y reducción. Echan mano de Eugenio D'Ors para aplicar su frase 'un viento sin norte' a la extensión del minimal a todo tipo de manifestaciones, casi una forma de vida, y de Borges para señalar a los artistas que crean sus propios precedentes.
El visitante, con la guía del montaje de Victoria Garriga, entra en las capillas donde se puede rezar ante piezas singulares de Rothko, Albers, Newman, Malevich, Motherwell, Mondrian, como los creadores de un espíritu de época que impregna todos los campos de las artes y de la vida cotidiana. Son claves de aproximación en una actitud artística hacia la depuración, el color único y la confusión sin fronteras.
Los escolásticos
Un cubo en rojo anuncia el lugar especial para el grupo duro, los maestros, los escolásticos del minimal art, los que rechazaron la etiqueta del minimalismo que impusieron desde los años sesenta en Estados Unidos. 'Las ideas irracionales deben seguirse absoluta y lógicamente', escribe Sol LeWitt en los muros del Reina Sofía, junto a obras de Judd ('nada de alusiones, nada de ilusiones'), Andre, Mangold, Flavin, Stella, Kelly, Ryman, Morris.
Serra, Graham y Bustamante son los primeros herederos con sus versiones personales y críticas del minimalismo, antes de que el jardín zen de René Burri cambie la dirección del montaje para situarse ante las fotografías de Jeff Wall, Thomas Ruff, Candida Höfer y Andreas Gursky, que mañana presentará una antológica en el palacio de Velázquez, del Retiro madrileño, que el Reina Sofía se trae del MOMA de Nueva York.
Un dibujo de Barragán, sobre la perfección de los rascacielos, inicia las propuestas de arquitectos (Zumthor, Perrault, Ando, Herzog y De Meuron, Kobayashi, Sugimoto), en maquetas y fotos, donde aparece la mayor aportación española, en obras concretas, como el Kursaal, de Rafael Moneo; la Casa Gaspar, de Alberto Campo Baeza, y el pabellón de baño de Aranda, Pigem y Vilalta. También aparecen como constructores de muebles (Moneo, Nouvel) junto a los diseñadores.
La última parte de la exposición ha sido comisariada por el compositor Tom Johnson, que considera el silencio como el minimalismo total. Sobre la música silenciosa escribe en el catálogo, que desarrolla también en las piezas expuestas y en un programa de conciertos en septiembre.
Babelia
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