El Valencia reanuda este viernes las obras del Nou Mestalla, paralizadas desde 2009

El Valencia ha reiniciado este viernes las obras del Nou Mestalla tras un parón de 16 años. La mole de hormigón que se levanta en el barrio de Benicalap, en la salida noroeste de la ciudad, ha amanecido menos solitaria de lo habitual. Han vuelto las máquinas y los obreros para retomar un proyecto que en su día aspiró a ser un símbolo de modernidad y fuente de riqueza para un club que prometía jugar la Champions cada año y alinear a fichajes rimbombantes. Hoy, la construcción del nuevo estadio, pasa por ser una vía de salvación para una entidad inmersa en una grave crisis institucional, arruinada y con su equipo de referencia en los puestos de descenso de la Liga.

Este nuevo proyecto, adjudicado a la empresa FCC Construcción, que ya fue la encargada, en una Unión Temporal de Empresas con el Grupo Bertolín, de las obras iniciales del nuevo estadio hasta que el club decidió pararlas en febrero de 2009 al no poder hacer frente a los pagos, incluye una cubierta para sus 70.044 asientos. Será, dice la nota remitida por el Valencia, “un estadio de última generación” que podrá albergar “partidos de la máxima categoría tanto de FIFA como de UEFA, así como grandes eventos”.

El Proyecto de Ejecución del Nou Mestalla, que se presentó en el Ayuntamiento de Valencia el pasado octubre, está formado por más de 1.500 planos y 4.500 páginas de documentos. En él se detalla la obra cuyo presupuesto final se estima en 360 millones de euros, 20 más de los que se dijo en un principio y que incluían 172 millones ya gastados y otros 168 —ahora 188 por el encarecimiento de los materiales de construcción— en lo que queda pendiente por ejecutar. El compromiso que se alcanzó con el consistorio valenciano fija 30 meses de licencia, con lo que el estadio debería estar listo en 2028, aunque el Valencia se fija como objetivo trasladarse al nuevo estadio en el verano de 2027 para empezar allí ya la temporada 2027-2028. Los plazos, además, son clave para no perder la oportunidad de acabar siendo sede del Mundial 2030, que España acogerá conjuntamente con Marruecos y Portugal.

El Ayuntamiento, liderado por la popular María José Catalá, otorgó la licencia de obras —tras muchas reuniones y negociaciones con sus socios de gobierno de VOX y la oposición, con el PSPV y Compromís— con una serie de condiciones que, si se incumplen, harán que el club pierda los beneficios urbanísticos. Con esta licencia condicionada se protege el interés de la ciudad por encima de todo y se blinda ante posibles incumplimientos del propietario del club, al tiempo que se evita que el Valencia CF pueda aprovechar las plusvalías urbanísticas —que tendría reconocidas después del 3 de agosto— sin cumplir con la finalización de las obras del estadio. A nadie se le olvida que el Nou Mestalla empezó a construirse el verano de 2007 y, tras la explosión de la crisis inmobiliaria, que hizo caer los castillos de naipes sobre los que se sostenía el proyecto de club del entonces presidente Juan Soler, estas se paralizaron menos de dos años después. Soler había fiado su futuro y el del club a dos pelotazos inmobiliarios que nunca prosperaron: uno, la ciudad deportiva en Riba-roja que nunca llegó siquiera a proyectarse; el otro, este estadio que debía haber estado terminado en 2010 y que hipotecó desde entonces las cuentas del club, cuya deuda asciende hoy a 335 millones de euros.

Más de 15 años después, con otro propietario, Peter Lim, y otra presidencia, Layhoon Chan, que también lidian cada día con la oposición de la sociedad valenciana y la afición valencianista, el Valencia defiende que este nuevo proyecto será “clave” para el desarrollo de la ciudad. Asegura que generará ingresos en la misma y contará “con una importante propuesta de entretenimiento los 365 días del año”, entre la que se incluyen restaurantes, tiendas, un auditorio y también el museo del club. Según sus cálculos, el espacio urbano público crecerá 20.000m² gracias a un polideportivo y una plaza en los alrededores del estadio en la que el club organizará actividades destinadas a los aficionados.

Respecto al diseño del estadio, el Valencia explica que recoge el espíritu del club. Una cubierta “traslúcida” protegerá “del sol y la lluvia” todos los asientos y ampliará “el efecto acústico desde la grada al campo”. Diseñada por Schlaich Bergermann & Partner, sobre ella se implementará una instalación fotovoltaica. El naranja será el predominante en la grada y tendrá protagonismo el murciélago, símbolo de la ciudad y del equipo.

Además, el Nou Mestalla cuenta con un logotipo nuevo para la instalación, con el fin de dar oficialidad al estadio y que recoge las líneas de su diseño y el tono naranja característico del club.