Hermandad colombina
Dos 'sanfermines' y dos Pamplonas unidas para un nuevo Eldorado
El alcalde de Pamplona (Colombia) no es el único vecino de la ciudad que se sitúa delante del televisor, a la una de la madrugada hora local, para contemplar los encierros sanfermineros en directo, a través de las imágenes ofrecidas vía satélite.
Klaus Faber es el alcalde más joven de Colombia, con apenas 28 años, y su ciudad estrena este año hermanamiento con la hermana mayor, la Pamplona de Navarra, con la que le unen muchos vínculos afectivos, entre ellos, además del nombre que le puso su fundador, el baztanés Pedro de Ursúa en 1559, la pasión por los toros, su carácter universitario, su clima fresco y su orografía montañosa.
'El nuevo Eldorado debe ser para ambas un Eldorado de paz, libertad y democracia plenas'. Los deseos expresados por Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona, capital de Navarra, en el acto de hermanamiento con su homónima colombiana, ciudad de 60.000 habitantes de la provincia norteña de Santander, celebrados hace apenas un mes, reflejan el unívoco sentimiento de dos ciudades tan alejadas hasta ahora en el espacio y el tiempo y tan unidas en un mismo anhelo: la paz por encima de todo.
Más de 2.000 colombianos empadronados en Pamplona disfrutan estos días de San Fermín, pero la historia que unió a ambas ciudades comenzó hace 452 años, cuando Pedro de Ursúa fundó la Pamplona colombiana otorgándole una bandera idéntica a la que disfrutaba la capital del viejo reino navarro, el león pasante de Carlos III. Su río se llama Pamplonita. Su plaza de toros, San Fermín. Su escudo es similar. Incluso el clima las une. La Pamplona colombiana, situada en la cordillera de los Andes, a 2.287 metros de altura, junto a la frontera venezolana, es una ciudad de clima fresco durante todo el año.
Ya hermanada oficialmente con Yamaguchi (Japón); Bayona (Francia) y Paderborn (Alemania), la Pamplona de Navarra miraba de reojo a su hermana americana buscando el momento idóneo para estampar de forma oficial su aspiración de hermanamiento.
A pesar de la lejanía geográfica, su trayectoria histórica ha corrido pareja. Así lo certifica el regalo con el que Barcina obsequió a Klaus Faber, una copia del documento que acreditó la unión de los burgos que dio origen a la Pamplona navarra, otorgado por Carlos III en 1423. Faber respondió con la entrega de una escultura en bronce del artista colombiano Eduardo Ramírez titulada De Pamplona, a Pamplona, una réplica de la que quedará instalada en el campus de la universidad colombiana de Pamplona.
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