El Parlamento Europeo rechaza la normativa de OPA en medio de un caos en el hemiciclo
La presidenta Fontaine dio por retirada la directiva cuando en las actas salió aprobada
La legislación proteccionista de Alemania ha prevalecido. El voto fue el más ajustado de los posibles y no estuvo exento de polémica. De los 568 votos emitidos en el pleno, 273 correspondieron a eurodiputados contrarios a la conciliación, 273 se pronunciaron a favor del acuerdo y 22 se abstuvieron. La presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, dio inmediatamente por aprobada la directiva en los términos acordados por el Comité de Conciliación. Pero con el revuelo que dominó el hemiciclo tras su intervención, la presidenta decidió recurrir al reglamento interno, en el que se deja claro que, en caso de empate, el texto queda rechazado. Rectificó y proclamó rechazada la directiva. Algunos eurodiputados le exigieron el voto, pero se negó utilizando como argumento que la presidenta sólo vota en cuestiones 'excepcionales', como el Tratado de Niza.
Para complicar más las cosas, el acta oficial daba la directiva por aprobada por un voto, 273 a favor y 272 en contra. Pero, también según el reglamento, lo que prevalece es lo que proclama públicamente la presidencia en la Cámara en función del resultado del voto electrónico. Al margen del caos en el voto, Fontaine no desaprovechó la oportunidad para acusar al Consejo de Ministros sobre su falta de visión en la negociación a la hora de predecir cuál sería el resultado de la votación final del Parlamento, tras un resultado muy ajustado en la conciliación que obligó a llevar la ratificación al plenario.
'Presa de tiburones'
Los eurodiputados socialistas españoles rechazaron de lleno la directiva, porque consideraron que con las nuevas reglas 'las empresas europeas iban a ser objeto de presa de los grandes tiburones de Wall Street', según el eurodiputado socialista Manuel Medina. También votaron en contra tres miembros de los populares españoles, José María Gil-Robles, Alejo Vidal Quadras y Encarnación Redondo, como muestra de rechazo hacia la actitud de la Comisión y del Consejo de la UE durante la negociación, en la línea de Fontaine.
'Las reglas son las que son y hay que respetarlas', dijo el comisario europeo de Mercado Interior, Frits Bolkestein, tras conocer el resultado del voto. La Comisión Europea lamentó el resultado final de la conciliación, porque considera que se han echado por tierra 12 años de trabajo. Pero sobre todo lo que se ha conseguido con este voto contrario es que la UE todavía no dispondrá de un marco legislativo común que permita facilitar a las empresas realizar inversiones a lo largo y ancho del territorio comunitario, además de proteger mejor a los accionistas minoritarios cuando se produzca un cambio de control en la sociedad y de obligar a los gestores a informar a los trabajadores sobre los efectos de la operación en el empleo. La principal novedad consistía en que las empresas tendrían que consultar a todos los accionistas en junta general para responder a una OPA considerada hostil. El rechazo supone que basta con lo que decida el consejo de administración.
Bolkestein rechazó el argumento principal de la Eurocámara sobre la exposición que sufren las empresas europeas a la competencia agresiva de la industria norteamericana. Según los datos de los que dispone la Comisión, las empresas envueltas en una OPA hostil apenas representan un 2% de las ofertas realizadas durante la última década. Bruselas tendrá que pensar ahora si presenta una nueva iniciativa, aunque Bolkestein dejó claro que de momento no tiene la intención de cambiar su punto de vista ni de presentar las mismas propuestas ante la Eurocámara, por lo que seguirá prevaleciendo la amplia gama de legislaciones nacionales en materia de derecho de las sociedades, algunas muy proteccionistas, como la alemana.
La clave de este resultado fue precisamente la poderosa Alemania. Primero, Berlín decidió desmarcarse de la posición común de los Quince, y segundo, la industria alemana extendió sus intereses entre los eurodiputados ante el temor de que sus empresas se hicieran más vulnerables ante las acciones de compañías competidoras europeas o norteamericanas al rebajarse el nivel de protección. 'Alemania, el país económicamente más grande, cambió su actitud y me parece que las grandes sociedades alemanas se equivocan al retomar una reflexión corporativa del pasado', concluyó el comisario.
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