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El primer examen de Aznar, hace diez años

El presidente usó en su primer cara a cara con González argumentos similares a los empleados por Zapatero

Javier Casqueiro

El propio José Luis Rodríguez Zapatero se concedió un aprobado, durante el debate del martes y tras casi un año al frente del PSOE, en comparación con la impronta que dejó José María Aznar para la historia hace 10 años cuando se enfrentó al mismo reto frente a Felipe González. Aquel duelo sucedió el 20 de marzo de 1991, casi dos años después de que Aznar asumiera en Sevilla el liderazgo del refundado PP. Ese ejercicio de memoria sirve para corroborar que muchos de los temas que Zapatero le reprobó el martes al presidente Aznar fueron los que arrojó entonces el líder del PP contra González. Aznar acusó al presidente socialista de 'hablar de generalidades'. Y contrapuso una fórmula de preocuparse de la gestión del país que ahora, tras observar su periplo de cinco años en La Moncloa, parece rechinar en su boca: 'El detalle es la política'.

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Aquel debate sobre el estado de la nación llegó en plena resaca de la remodelación del Gobierno que aplicó González a su Gabinete tras la renuncia de Alfonso Guerra a su cargo de vicepresidente en enero de 1991. Aznar se 'extendió' en ese asunto. Mucho, sobre todo para exigirle explicaciones de por qué no había ejecutado ese ajuste un año antes. Tanto que se lo censuró el propio González, que además le subrayó su competencia constitucional para formar Gobiernos sin dar aclaraciones.

Con esa recomposición gubernamental tan fresca y en plena crisis de la guerra del Golfo llegó Aznar a su primer cara a cara con González. El presidente socialista quiso fijar como eje de la discusión el proceso en marcha de la construcción europea. Y en su discurso enumeró una serie de cuestiones que parecen endémicas si se tiene en cuenta que Aznar las ha vuelto a resucitar ahora: la reducción de conflictos de competencias con las autonomías; la necesidad de impulsar una dimensión cooperativa y no reivindicativa con las autonomías; el mantenimiento del crecimiento económico por encima de la media de la Unión Europea; cierta desaceleración económica, sobre todo en la inflación; la creación de 320.000 empleos, y el inicio de una reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).

González, acosado por la falta de explicaciones tras la caída de Guerra, respondió a Aznar: 'Pienso agotar la legislatura con este equipo'. Aznar le refrescó que había prometido la salida de 'dos por el precio de uno' si se vilipendiaba la 'honorabilidad' de su histórico vicepresidente.

Aznar, en su primera intervención, empezó intentando poner en solfa la credibilidad de González, 'sus medias verdades'. Ya utilizó la palabra 'barullo' para atacarle y le quiso salpicar enseguida con una frase de su entonces ministro de Economía, Carlos Solchaga, que luego acuñó sobre que España era 'el país donde se puede ganar más dinero en poco tiempo y no crear más riqueza o empleo'. Aznar aceptó que en el ejercicio de 1990 se había creado empleo, pero lo denigró como 'temporal'. Y sobre los logros en materia antiterrorista, presumió de que ningún Gobierno había contado hasta entonces con tanta solidaridad como la que ofrecía aquel PP en la oposición.

Los mensajes de Aznar se dirigían a desmontar el exitoso eslogan electoral socialista sobre 'el cambio para que España funcione'. Aquel candidato del PP se atrevió a acusar a González de usar 'las instituciones', y especialmente RTVE, 'a su servicio' y 'no de la democracia', y siempre con intereses partidistas. Aznar rebatió que España pudiese considerarse un país 'moderno' y puso muchos ejemplos de presuntas desigualdades sociales.

González, que entonces aún disfrutaba de mayoría absoluta en la Cámara, como ahora Aznar, no dedicó al líder del PP una atención especial ni se centró en él en sus réplicas más que en las de otros dirigentes de la oposición como Miquel Roca, Julio Anguita, Adolfo Suárez o Iñaki Anasagasti. Eso sí, buscó descalificarle con una frase que ahora en el PP han convertido en latiguillo contra Zapatero: 'No se ve un proyecto alternativo para los ciudadanos'.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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