La extradición de Milosevic divide aún más al Gobierno

El ex presidente Slobodan Milosevic tendrá en breve que cambiar su celda por la que le espera en La Haya, sede del Tribunal Penal Internacional encargado de juzgar los crímenos cometidos en la antigua Yugoslavia. La cuestión ahora es saber cuándo saldrá para allá. Sobre este punto la doctrina se divide.

El presidente de Yugoslavia, Vojislav Kostunica, dio ayer un recital de agravios y no escondió su aversión al tribunal y el procedimiento seguido para la extradición de Milosevic.

Kostunica se aferra a sus principios de jurista y patriota serbio y ha entrado en abierta contradicción con sus aliados de la Oposición Democrática de Serbia (DOS), la coalición de partidos, grupos y grupúsculos que le llevó al poder en Yugoslavia. Sin duda a una persona con sensibilidad jurídica, y Kostunica lo es, le revuelve las tripas la chapuza jurídica del decreto aprobado por la mitad del Gobierno de Yugoslavia para conseguir la extradición.

Aseguró categórico que bajo ningún concepto se puede extraditar al déspota derrocado antes del viernes, fecha en que se celebra en Bruselas la conferencia de donantes para aprobar una ayuda a Yugoslavia de 1.200 millones de dólares (casi 230.000 millones de pesetas). Sostiene Kostunica que él no ve que 'esa conferencia de donantes represente una fecha relevante, pero de todos modos ese decreto prevé cierto procedimiento, ciertos derechos y el derecho a la apelación, y que sencillamente no es aplicable antes de la conferencia de donantes'.

El primer ministro de Serbia, Zoran Djindjic, sembró ayer la confusión con los plazos de entrega de Milosevic. Primero dijo que unos 10 días, pero luego llegó a afirmar que podrían extraditarlo incluso antes del viernes. Aseguró que las cosas han ido muy despacio en este asunto y ha llegado la hora de pasar la página de Milosevic y dedicarse a gobernar y ocuparse de las cuestiones que afectan a la gente, como la electricidad, el pan y similares.