Atención primaria, diez minutos y confusión
En un reciente artículo aparecido en las páginas de Salud, un profesor de Salud Pública de la Universidad de Barcelona realizaba una valoración negativa de las movilizaciones protagonizadas por médicos de atención primaria que solicitaban más recursos para poder ofrecer 10 minutos de consulta a cada paciente. La crítica se basaba en que no hacen falta más médicos, sino restringir la demanda de asistencia, que consideraba excesiva y desproporcionada. Aunque estas afirmaciones, a mi entender profundamente equivocadas y llenas de falsos tópicos, estaban realizadas en tono desenfadado y provocativo, la gran influencia de EL PAÍS y el respaldo profesoral de su autor (invitado a numerosos debates y congresos por mi asociación) me han animado a responderlas. Probablemente el profesor es una víctima más del síndrome que afecta a numerosos gestores sanitarios que, muy influenciados por las estrategias de gestión empresarial y alejados de la realidad de la asistencia y de las necesidades de los usuarios, pretenden solucionar los problemas reduciendo recursos, lo que los grava aún más.
España ocupa el tercer lugar europeo en médicos titulados y el último en médicos de cabecera en activo
Es cierto que tenemos una plétora de médicos, como consecuencia de una mala planificación y previsión de recursos, pero éstos no han tenido la posibilidad de especializarse o de acceder a las plazas del sistema y la mayoría está en paro, por lo que no se pueden utilizar para alegar que tenemos exceso de profesionales en el sistema. Un estudio del Real Colegio de Médicos Británico mostraba hace poco que España ocupa el tercer lugar europeo en médicos titulados y el último en médicos de cabecera en activo. Precisamente es la escasez de profesionales la principal responsable de la masificación de las consultas y del poco tiempo que los médicos de atención primaria pueden dedicar a sus pacientes, alrededor de cinco minutos.
La excesiva frecuentación de las consultas por la población es otro tópico no fundamentado en hechos comprobados, ya que el índice de consultas por persona al año en nuestro país es de los más bajos en Europa como consecuencia de que el déficit de recursos dificulta el acceso al sistema y de que nuestro bajo nivel socioeconómico determina una menor utilización de los servicios de salud. Es de suponer que los avances económicos y culturales (principales determinantes de la utilización de recursos sanitarios), experimentados por el país incrementen la demanda en los próximos años aproximándonos a los patrones de consumo sanitario europeo (lo que exigirá más recursos). Otras variables que influyen en la demanda de asistencia, como la estructura de edad, la oferta de servicios o la accesibilidad, son de naturaleza social y política, donde la actitud o el comportamiento de los profesionales juegan un papel secundario.
Considerar como bueno el índice de 1.500 personas por médico, además de erróneo es poco operativo, dado que esta estimación debería realizarse en función de la demanda realizada por la población, por eso las Plataformas por Diez Minutos de Consulta han propuesto utilizar un método de cálculo que garantice al menos 10 minutos de relación médico-paciente, lo que supone un máximo de 25 pacientes por médico al día en un horario de cuatro horas de consulta a demanda, es decir, 5.400 al año. Si dividimos la demanda anual de cada área por esta cifra obtendremos el número de profesionales necesarios.
No se entiende que un experto en salud pública considere apropiado que se dediquen seis horas a consulta de un horario de siete, ya que esto dejaría sin tiempo a las actividades de promoción, prevención, visitas domiciliarias, investigación y docencia. La presión asistencial que soportan actualmente los profesionales de atención primaria les obliga a destinar la mayor parte de su trabajo a atender enfermos en consulta, en detrimento del resto de actividades y explica por qué ocupamos el penúltimo lugar de la UE en consultas domiciliarias, discriminando a los enfermos crónicos y discapacitados.
Es un contrasentido dejar sin tiempo a las actividades preventivas y utilizar como ejemplo la propuesta de Confucio de que el médico no cobre si la persona a su cuidado enferma ¿de dónde sacarán los médicos el tiempo necesario para promover su salud o prevenir sus enfermedades? La masificación de los centros, la escasez de facultativos, la rapidez de las consultas, las limitaciones de acceso a las pruebas diagnósticas, son, entre otros, los responsables de que no se haya cambiado el patrón de consumo de la población, además de la baja calidad de la asistencia, de la escasa capacidad resolutiva, de las largas listas de espera y de la desincentivación profesional.
Manuel Martín García es especialista en medicina familiar y comunitaria y secretario de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.
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