Una década de crisis continuada

Aerolíneas Argentinas cumplió ayer un nuevo paso en la continua y grave crisis que vive desde 1990, año en el que Iberia entró en la empresa argentina tras decidir el Gobierno de aquel país su privatización. Iberia entró con el 20% del capital, porcentaje que fue ampliado hasta el 83,5% en el año 1996. En la actualidad, el porcentaje se eleva al 91,2%, cuya titularidad la tiene la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Entre 1991 y 1996, los números rojos acumulados por la empresa ascendieron a 127.050 millones de pesetas, y las inversiones del erario español se elevaron a 216.000 millones de pesetas para intentar sostener la empresa.

España mantuvo la apuesta por Aerolíneas después de 1995, aunque, por decisión de la Comisión Europea, en ese año tuvo que desvincularla de Iberia e integrarla en la SEPI para que la aerolínea española pudiera realizar una vital ampliación de capital que aclarase su futuro. Sin embargo, esta decisión debilitó el sentido industrial de la empresa en su relación con Iberia.

La SEPI, desde 1996, ha buscado sin éxito un socio para que entrara en el capital de Aerolíneas. En el año 1998 la SEPI llegó a firmar un acuerdo para que American Airlines se hiciera cargo de la gestión de la empresa argentina. La gestión de la firma norteamericana quedó reflejada en un aumento de las pérdidas, que llegaron a los 40.000 millones de pesetas. De nuevo la SEPI se hizo cargo de la gestión no sin antes asumir una serie de pagos que evitó la suspensión de pagos. En el año 1999, la SEPI decide implantar en la compañía un plan director similar al que dos años antes había puesto en práctica en Iberia con buenos resultados. La SEPI se compromete a aportar la financiación del plan y de hecho hace un año aporta capital por valor de 114.000 millones de pesetas, pero exige que la compañía cambie su gestión y se recorten 1.300 empleos de los 7.000 actuales. El plan está bloqueado al negarse el principal sindicato, el APTA, a firmarlo.