Un 'Don Juan' inmerso en la crisis de las ideologías abrirá el festival Grec de Barcelona
La obra de Molière inicia una programación de teatro, música y danza que acaba el 2 de agosto
Don Juan 'vive el instante porque está vacío', asegura García Valdés. Pero pese a esta interpretación actual, subrayada por el vestuario de los actores, el director ha intentado ofrecer una lectura intemporal de la historia. El montaje ha dado a García Valdés la oportunidad de llenar un hueco en su dilatada trayectoria artística, desarrollada fundamentalmente en Francia, junto a las principales figuras del teatro francés. Nunca, ni como actor ni como director, se había aproximado a un dramaturgo francés clásico, e incluso reconoce que sentía un cierto recelo hacia estos autores. Este montaje, que se representará en el anfiteatro Grec durante 15 días, le ha permitido descubir la 'genialidad' de Molière, y se muestra encantado con el hallazgo.
García Valdés dice que el espectáculo dirigido por él no es ni una versión ni una adaptación del texto original, que considera el mejor Don Juan de cuantos se han escrito a lo largo de la historia. El director asegura que se ha realizado un trabajo muy respetuoso con la obra de Molière, cuya grandeza, en su opinión, radica en proyectar al personaje en una dimensión metafísica, más allá de su imagen de seductor. 'Molière le da la dimensión universal, hace de él un hombre político, que se enfrenta a todo. A la sociedad, al matrimonio, a la religión... por eso se le considera el primer héroe moderno. Es una máquina subversiva que no deja nada en pie'. El director considera que no siempre se ha respetado esta profundidad del personaje, y a menudo se le ha representado de una forma 'estúpida'. Como ejemplo cita un montaje estrenado en el Teatro de la Comédie 'que pese a tener gente muy buena, suele hacer cosas estúpidas'.
A partir de este respeto, García Valdés ha trabajado en un montaje en el que el protagonismo de Sganarelle (interpretado por Jordi Boixaderas) debe entenderse a la misma altura que el del propio Don Juan. 'Es un combate entre dos personajes que encarnan sendas formas de entender el mundo. Uno busca experimentar el máximo placer, y el otro cree que hay unas reglas, una moral, que deben respetarse'. El director profundiza en la que, a su entender, es una relación de dependencia entre ambos personajes: 'Se dice que Don Juan es libre, pero no lo es porque necesita de Sganarelle como espejo de sus actos'.
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