Carácter independiente

Carlos González Cepeda, consejero de Administración Pública, presentó hace unos días ante las Cortes las líneas maestras de un proyecto de ley de función pública que revela el interés del Consell por consolidar con soporte institucional una estrategia desarrollada por vía de hecho durante los últimos años para socavar las jerarquías y reglamentos que rigen la Administración autonómica.

El Consell ha recurrido a mecanismos de provisión temporal de puestos de trabajo para situar a personal de confianza en los puestos más altos del aparato de la Generalitat. Decenas de altos cargos ocupan hoy sus puestos en precario pendientes del albedrío de sus superiores políticos.

González Cepeda sugirió la creación de un grupo de alta dirección pública que permitiría soportar legalmente la situación actual. Pero su presentación sembró más sombras que luces.

El consejero explicó que los altos directivos constituirían 'un colectivo de profesionales de gestión nivel superior, totalmente diferenciado del cargo político o de confianza'.

Poco después, explicó que 'la función se ejercería en virtud de la confianza en la capacidad que el directivo merezca del encargado de nombrarle'.

Pero al margen de la confusión entre conceptos antagónicos, como profesionalidad y confianza, González Cepeda mostró escaso respeto hacia el ordenamiento jurídico vigente cuando sugirió que las personas llamadas a formar parte del colectivo de alta dirección serían de 'carácter independiente'.

La militancia política no es un impedimento para acceder a un puesto de trabajo en la Administración. La Constitución ampara el derecho de cualquier ciudadano a optar al servicio público tanto como su libertad para militar en cualquier organización política o sindical.

Por eso un experto jurídico bromea sobre el mérito que pueda suponer el 'carácter independiente' para acceder a la función pública en detrimento del 'carácter huraño', por ejemplo.