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VISTO / OÍDO
Columna
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Niños sexuales

La Comunidad de Madrid advierte a los niños de que no se toquen los genitales unos a otros hasta que sean mayores. Reproduzco el párrafo: 'Tú puedes querer conocer y explorar el cuerpo de tus amiguitos (por ejemplo, jugar a los médicos). Es normal ser curioso y observar cómo los cuerpos son diferentes, pero no es bueno tocarse los genitales entre unos y otros, hasta que tú seas mayor'. No explica por qué no es bueno. Parece más aceptable en Madrid tocarse los genitales uno mismo. Quizá el redactor de los consejos tenga malos recuerdos: 'La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace poco...' (el responsable del programa se llama Joaquín Esteban).

En mi infancia no recurríamos a la metáfora médica, y la pesadilla era la de las represiones, desde las de los manotazos y gritos de los mayores hasta las amenazas de infierno de los especialistas en ello. Fueron pocos años, pero creo que esa infancia dio mejores adultos en esta materia de tocarse los genitales unos a otros. La carta a los niños se refiere sobre todo a los tocamientos que puedan hacerles los mayores: cuidado, niño, con los mayores, aunque sean familiares, aunque sean médicos: decid no. Esta creación de la desconfianza, este distanciamiento del adulto sospechoso puede que sea otra pesadilla. Y cree una personalidad especial, el aislamiento dentro del propio cuerpo, la distancia al de los demás. Pueden salir madrileños raros.

Soy un viejo tierno, y mi ternura se dirige a los animales, los niños y las plantas. No creo que sea nada sexual, aunque haya una pansexualidad humana. Toqueteo a los animales a mi gusto, mientras no me lo impida la Comunidad o cree en ellos una defensa; hablo con las plantas, como recomiendan botánicos, con la seguridad de que no traicionarán mis confidencias. Con los niños y niñas hace tiempo que mantengo una prudente distancia. No les hablo ni sonrío como no vayan con sus padres. No me meto jamás en el ascensor con una jovencita: la dejo pasar delante, como si fuera una mujer y yo fuera aún un hombre, y me quedo esperando al siguiente. No me fío. No vaya a ser que me hagan algo. O que finjan: hay niños retorcidos. 'Crea lo que el niño le dice', recomienda Madrid a los padres: pueden decir cualquier cosa.

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