Coros y danzas
Los medios de comunicación se han hecho eco de los daños causados por los aficionados del Real Madrid en el entorno de la madrileña plaza de Cibeles, el pasado 26 de mayo, tras un evento o espectáculo celebrado en el estadio aquel en el que se celebraban también los festivales de coros y danzas en la festividad de San José Obrero, en honor al caudillo de España, muy admirado por aquel prócer del deporte patrio, don Santiago Bernabéu.
Como no soy aficionado al fútbol, no haré mucho hincapié en la condición de equipo del régimen que gozaba la balompédica sociedad, hoy negocio para todos los que se forran con el entusiasmo de la afición, y con los pingües beneficios que les va a reportar la especulación urbanística, eso sí, con el consentimiento de todos los grupos municipales. Pero el motivo de la presente es mi más enérgica protesta por esta casposa y animal celebración de triunfos futboleros, con perdón para los vecinos del zoo que no son capaces de actos de tamaño salvajismo.
Pero si deploro los destrozos, que al final pagaremos todos los madrileños, más deplorable me parece la manía de 'subirse' a la Cibeles. Los talibán destrozan monumentos por fundamentalismo religioso, aquí se hace por incultura de las autoridades municipales. Pues bien, a otros nos parece un acto de salvajismo incalificable destrozar una y otra vez un monumento, emblemático de Madrid, construido en el siglo XVIII por varios escultores, artesanos y arquitectos, con piedra de Montesclaros (Toledo), con diseños iniciales de Ventura Rodríguez.
La fuente de la diosa Cibeles, la señá Cibeles de Sabina, preservada de los bombardeos de Franco por los madrileños de l936 a 1939, testigo laico de tantos eventos democráticos, parece que no va a sobrevivir al tándem Álvarez de Manzano-Ansuátegui, y que en el colmo del despropósito pactaron con el club el número de cuadrúpedos que podían encaramarse. En cualquier país serio, el fiscal estaría ya actuando de oficio; contra la pareja de autoridades, claro está.
Por su parte, a la alternativa socialista a la alcaldía le parece bien la barbarie, ya que 'es tradicional'. También lo eran las lapidaciones públicas. Así les va a lucir el pelo.
Entre tanta irracionalidad, una voz sensata, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que opina también que se trata de un acto bárbaro. ¿Hay alguien más?
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