Cirugía menos invasiva para grandes obesos
Varios hospitales introducen la laparoscopia para reducir la agresión quirúrgica en la obesidad mórbida
El objetivo del tratamiento quirúrgico de los grandes obesos no es estético, sino mejorar su calidad de vida y reducir el riesgo de infarto y otros problemas asociados. En los últimos cinco años, las técnicas disponibles se han generalizado en los grandes hospitales españoles; ahora, algunos empiezan a operar sin necesidad de abrir el abdomen.
El 6% de los españoles son obesos mórbidos. Para ellos, la cirugía es una alternativa
Epidemia del siglo XXI. Con estas palabras define la Organización Mundial de la Salud la que se está convirtiendo en una de las enfermedades más frecuentes del mundo occidental: la obesidad. En España, la padece el 14,5% de la población, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. Una cifra importante si se tiene en cuenta que el exceso en la acumulación de grasa corporal tiene asociados trastornos como hipertensión, cardiopatía isquémica, colesterolemia y diabetes, entre otros.
En muchos casos, estos problemas se pueden solucionar con una dieta y un régimen de ejercicios físicos que permitan crear un déficit en el aporte calórico y, por tanto, la reducción del tejido adiposo. Pero en algunas ocasiones este tratamiento resulta poco efectivo y los individuos acumulan una cantidad excesiva de grasa corporal, con lo que los trastornos asociados se convierten en una grave amenaza para la vida de estos individuos. Es la obesidad mórbida, que ya padece en España el 6% de la población.
Para estos casos, cuando los otros remedios no han dado resultado, queda todavía el recurso de la cirugía: reducir la cantidad de ingesta por la vía de inutilizar una parte del estómago o del intestino delgado. Pero se trata de una intervención extremadamente agresiva que exige anestesia general y que a veces comporta un riesgo importante. Para estos casos, varios hospitales españoles han comenzado a aplicar la técnica de la laparoscopia, con lo que la intervención resulta ahora mucho menos agresiva.
Son obesos mórbidos aquellos individuos con un índice de masa corporal superior a 40. Este índice se calcula dividiendo el peso por el cuadrado de la altura en metros. Así, una persona que mida 1,70 metros y que pese 115 kilos será considerado ya un obeso mórbido.
'Cuando la obesidad llega a estos extremos tenemos que pensar en su tratamiento quirúrgico, que no es un tratamiento estético sino que consiste en incidir en algún tramo del tubo digestivo bien para dar sensación de saciedad o bien para hacer que se malabsorban ciertos alimentos', explica Javier Foncillas, de la unidad de cirugía general del Hospital Sagrado Corazón de Barcelona. En torno a estos dos objetivos se estructura toda una serie de técnicas quirúrgicas cuya aplicación depende del índice de masa corporal del paciente y de las preferencias del cirujano.
'Para conseguir dar sensación de saciedad al paciente limitando la cantidad de alimento que ingiere se aplican las técnicas denominadas restrictivas, que consisten en reducir la capacidad del estómago. La clásica es la gastroplastia vertical anillada, en la que se reduce el estómago a unos 60 o 80 mililitros', explica Antonio de Lacy, cirujano del Instituto de Enfermedades Digestivas del hospital Clínico de Barcelona.
Otra técnica restrictiva utilizada es la banda gástrica, que produce los mismos efectos que la anterior pero su ejecución es menos agresiva. Consiste en instalar en el estómago una banda que regula la cantidad de alimentos que ingiere el individuo. 'Pero la banda gástrica, que está tan de moda, se debería indicar sólo en menos del 5% de los pacientes. Y me atrevería a decir, pese a lo que dicen otros autores, que entre el 20% y el 30% de estos pacientes van a reintervenirse, ya sea por complicaciones en la banda o por su mala tolerancia', afirma De Lacy.
Pero mientras que las técnicas restrictivas funcionan en el 80% de los casos, el 20% restante no registra una pérdida de peso significativa. 'Algunos individuos a los que se les ha aplicado la cirugía restrictiva no responden de forma positiva porque se trata de picadores compulsivos que aunque no pueden comer grandes cantidades de comida de una vez, pueden estar todo el día comiendo galletas poco a poco. En pacientes con este tipo de hábitos alimenticios la reducción del estómago no sirve', asegura Foncillas.
Si es imposible controlar la cantidad de comida que ingiere un individuo, la solución pasará por reducir la capacidad de su aparato digestivo para absorber los alimentos. Para ello, los cirujanos aplican el segundo tipo de técnicas, las malabsorbentes. Estas técnicas consisten en acortar la longitud del intestino delgado para reducir el tiempo de absorción de los alimentos. Sin embargo, estas técnicas, aplicadas por sí solas, provocan en el paciente fuertes diarreas, ya que todo el alimento que no se absorbe acaba siendo expulsado. Para evitar estas complicaciones los cirujanos utilizan una combinación de ambas técnicas.
'El by-pass gástrico consiste en reducir quirúrgicamente la capacidad del estómago creando un pequeño reservorio al que se conecta un intestino delgado recortado, al que a su vez se deriva el conducto que aporta los jugos gástricos que ayudarán en la absorción. Con ello se reduce la cantidad de alimento ingerido y se limita su absorción, de forma que el paciente acaba adelgazando y no sufre las fuertes diarreas', explica Foncillas.
Sin embargo, se trata de intervenciones quirúrgicas complejas que tienen asociadas posibles complicaciones que pueden llegar a poner en peligro la vida de los pacientes. Según Foncillas, se registra entre un 2% y un 3% de mortalidad durante estas operaciones. La principal dificultad reside en que un obeso mórbido tumbado sobre una mesa de operaciones tiene serias dificultades para respirar, ya que sus pulmones se ven presionados por el peso corporal del individuo. Además, la utilización de la cirugía abierta implica un importante riesgo de infección de los tejidos.
'Para solucionar todas estas posibles complicaciones, la utilización de la cirugía laparoscópica se presenta como una alternativa muy eficaz', afirma De Lacy, uno de los pioneros en España en la aplicación de esta técnica para el tratamiento de la obesidad mórbida. La laparoscopia, a diferencia de la cirugía tradicional, no requiere la apertura del abdomen del paciente, sino que la intervención se realiza a través de pequeñas incisiones por las que se introducen los instrumentos y un sistema de vídeo que permite actuaciones más precisas.
'Con la cirugía laparoscópica reducimos significativamente la duración de la intervención y de convalecencia del paciente, además de la posibilidad de una infección', destaca De Lacy. 'Así, el by-pass gástrico por laparoscopia es la técnica que ofrece más ventajas para el individuo. Por un lado, la combinación de la reducción del estómago y una pequeña malabsorción le permiten reducir su peso sin complicaciones como la diarrea. Y por otro lado, la mínima invasión que supone la laparoscopia hace posible que, a las pocas horas de la intervención, el paciente pueda ya levantarse y caminar, cosa impensable con una intervención por cirugía abierta'.
Pero el beneficio de la laparoscopia no se reduce únicamente al bienestar y la calidad de vida que pueda obtener el paciente, sino que también supone un considerable ahorro económico. 'Aunque la tecnología necesaria es cara y la ejecución de la técnica requiere un aprendizaje por parte de los cirujanos, la reducción del tiempo de estancia en el hospital ya es un ahorro que hay que tener en cuenta', asegura De Lacy.
Si la obesidad es la epidemia del futuro, atajarla requerirá soluciones también de futuro. Para los grandes obesos, la cirugía laparoscópica parece ser la alternativa más eficaz. Resuelve problemas sin generar otros nuevos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.