El sector de la confección depende en un 80% de trabajos subcontratados
La dependencia de multinacionales reduce la competitividad, dice el gremio
El 80% de las empresas de la industria catalana de la confección trabaja en régimen de subcontratación para otras compañías. De los 30.000 empleos que la confección genera en Cataluña, la mitad depende de trabajos subcontratados. Los clientes son multinacionales de la moda que demandan básicamente mano de obra. Esta dependencia de la subcontratación perjudica la competitividad de la industria de la confección catalana, según el Gremio de Industrias de la Confección de Barcelona.
En términos de facturación, la confección catalana que se subcontrata supone el 15% de unos 350.000 millones de pesetas de facturación global del sector.
El Gremio de Industrias de la Confección de Barcelona señala que, a excepción de un grupo de empresas portaaviones de la confección -Italco, con unos 1.000 empleos; Vives Vidal, que tiene unos 800 trabajadores; Burberry, que cuenta con unos 600; Levy's Strauss y Playtex-, la mayoría de las empresas padece los efectos de la subcontratación, 'un sometimiento global en precios y el temor permanente de perder al cliente, que empuja al sector a invertir menos y perder competitividad'.
La dependencia de multinacionales supone en muchos casos encargos en negro y las subcontrataciones son ya un elemento común de empresas tradicionales con las que se resuelven los baches de actividad de las cadenas productivas.
Todo ello redunda en que los subcontratadores 'no dejan en Cataluña ni una peseta que no sean meramente salarios'. Este fenómeno es perjudicial para el proceso de calidad que vive el sector, ya que en los últimos años 'el que quiere calidad tiene que venir a Cataluña', afirma orgullosamente el secretario del gremio, José María Fornés.
'A pesar de ser empresas pequeñas, la industria catalana de la confección está a nivel de la italiana o la francesa, sin ningún tipo de complejos', afirma Juan Colomer, presidente de Internos Textiles Europeos. En su conjunto, este sector está formado por empresas pequeñas y medianas de las que casi el 80% tiene menos de 20 trabajadores, mientras que sólo el 2% tiene más de 100 trabajadores ya que la costura, al ser una actividad esencialmente manual, no permite economías de escala.
La industria catalana de la confección ha sobrevivido un proceso de criba permanente desde la gran crisis de la década de 1980 y, más recientemente, el impacto de la competencia asiática, a menudo desleal. Su supervivencia ha venido ligada a la innovación y la calidad, hasta llegar a imponerse como un sector importante para absorber paro femenino.
Líderes en España
Cataluña concentra el 18% del total español de la industria de la confección y es la comunidad autónoma con el mayor porcentaje de empleo. En España hay 4.520 empresas que se dedican a la confección, con un empleo directo de 155.350 trabajadores y un valor anual de su producción de 1,145 billones de pesetas, según datos de CITYC (Centro de Información Textil y de la Confección). El valor añadido generado por la confección española en 2000 fue de 523.000 millones, según Juan Aguilar, presidente del Gremio de Industrias de la Confección de Barcelona (GIC-BCN).
El impacto de la competencia es lo que explica un cambio drástico en el esquema de comercio exterior de la confección española. En pocos años, se ha pasado de tener una balanza de pagos excedentaria -con superávit de 1.400 millones de pesetas en 1986- a tener en el año 2000 un déficit comercial de 155.000 millones de pesetas. El 65% de las importaciones proviene de otros países comunitarios con los productos de mayor valor. El principal exportador a España es Italia, seguido de China, Portugal y Francia.
La confección aporta el 3% al producto nacional bruto y el 5% al empleo industrial, una proporción muy elevada si se compara con la media europea, excepto Portugal, Italia y Grecia. El sector español supone el 15% del empleo europeo total en esta actividad. Portugal, Francia e Italia son los principales clientes.
Los costes laborales españoles se sitúan por debajo de 10 dólares de coste horario (8,32 dólares), por delante de los de Grecia, Taiwan, Malta, Hong Kong, Corea del Sur y Portugal. Esos mismos costes en China son inferiores a un dólar por hora (0,69 centavos de dólar).
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