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NANNI MORETTI

"Quería emocionar sin fabricar la emoción"

Para Nanni Moretti La habitación del hijo no ha sido una película fácil. Tras la proyección del filme en Cannes explicó la larga génesis de un proyecto que supone un cambio de tono notable en la carrera del cineasta italiano, que nunca se había atrevido antes a afrontar la forma del melodrama. "Escribí un primer tratamiento después de rodar Caro diario [1993], pero entonces no tuve la valentía de poner en marcha la producción. El problema no era rememorar mi lucha contra el cáncer. En Caro diario hablaba de ello sin miedo, sin ninguna angustia especial. Lo que sí me angustiaba era que mi mujer estaba embarazada y me di cuenta de que no podía rodar una historia que contaba el vacío enorme que deja la muerte de un hijo justo cuando iba a nacer el mío. No estaba preparado para ello. Aparqué el proyecto, guardé la sinopsis en un cajón y esperé sabiendo que haría la película más adelante".

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La habitación del hijo arranca presentando al personaje que interpreta el propio Moretti tomándose un café en un bar. Ésa era también la última imagen de Caro diario. Es un guiño entre las dos películas, acabando uno donde luego comenzará el otro, ocho años después.

Psicoanalista

Moretti ya no es alguien que consulta a los médicos, que pide consejo a los amigos, que se psicoanaliza, sino un psicoanalista profesional. "El cine se ríe a menudo de los psicoanalistas y tiende a trivializar la muerte. Quería abordar el oficio y la desaparición física de una persona con la mayor seriedad posible. Tengo la sensación de que la mayoría de los directores tememos afrontar la cuestión del dolor, de la pena irreparable. Es difícil tratarlo de manera sencilla y auténtica. Emocionar sin buscar fabricar la emoción. Quería ir en contra de esa imagen clásica de la familia unida en el dolor. Mi familia en la película está integrada por gente que se quiere muchísimo pero que se separa, se aleja, a causa de ese dolor, de la manera distinta de sentirlo. La hermana intenta proteger a sus padres de la pena; Giovanni, el padre, está obsesionado por lo sucedido, lo reproduce de manera casi morbosa, como si buscara lograr que las cosas ahora pasasen de manera distinta; Paola, la madre, cree que la actitud de Giovanni es poco respetuosa con el drama que viven".

"Con esta película", continúa el cineasta, "quería enfentrarme al melodrama, a sus normas. Mi personaje, Giovanni, dice que las personas nos sentimos siempre responsables de lo que sucede a pesar de que no podemos controlarlo todo. En un primer tratamiento del guión, hablaba incluso de destino, una noción extraña en la boca de un psicoanalista. Giovanni no acepta la existencia de la suerte, de ese destino".

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