Más dosis
La Reserva Federal estadounidense (Fed) redujo ayer de nuevo el coste del dinero, esta vez en medio punto, hasta dejarlo en el 4%, el nivel más bajo de los últimos siete años. Tal decisión revela en primer lugar la capacidad de vigilancia de la economía estadounidense y de actuación casi instantánea de la Fed, al tiempo que confirma su disposición a aplicar sin limitaciones y sin complejos la política monetaria para ayudar a la reactivación de la economía del país, de cuya recuperación depende en buena parte el futuro de la economía mundial en los próximos meses.
Las explicaciones que acompañan en esta ocasión al recorte de tipos indican que las autoridades estadounidenses están sumamente preocupadas no tanto por la evolución del consumo cuanto por la crisis del sector industrial y productivo. La Fed menciona explícitamente el preocupante trazo descendente de la inversión en bienes de equipo y la caída de los beneficios de las empresas. Éstas son palabras mayores. Frente a quienes interpretaban los problemas de la economía de EE UU como un efecto de la caída del consumo, generada a su vez por las pérdidas de los mercados financieros, Alan Greenspan y sus consejeros expresan su preocupación por la debilidad de la producción industrial.
Este descenso de tipos va a tener consecuencias importantes en Europa. Ahonda la diferencia de remuneración del dinero antre ambas orillas del Atlántico y obliga al Banco Central Europeo a definirse entre un seguidismo de la Fed, que reconoce que las expectativas de inflación en EE UU 'están contenidas', o atender las señales de repunte inflacionista aparecidas en abril en Alemania y Francia.
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