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Una profunda grieta en la sociedad norteamericana

Enric González

El 19 de abril de 1993, cuando fuerzas del FBI asaltaron la granja de la secta de David Koresh en Waco (Tejas) y mataron a 80 personas, una grieta profunda se abrió en la sociedad estadounidense. Algunos creyeron que la policía federal había actuado con excesiva brutalidad; otros, como Timothy McVeigh, consideraron el asalto como una declaración de guerra abierta contra 'los ciudadanos libres'. Bill Clinton, presidente en aquel momento, admitió años después que Waco fue 'un terrible error' y que nunca se perdonaría por ello.

Desde entonces, el FBI ha acumulado un desatino tras otro. El más reciente es el de Philip Hanssen, uno de sus agentes más veteranos y valorados, que resultó un espía de Moscú. Pero tan devastador como el caso del topo fue el de Wen Ho Lee, un científico de origen chino empleado en el laboratorio nuclear de Los Alamos, al que el FBI detuvo, incomunicó y acusó de 59 delitos relacionados con el espionaje y el mal uso de material secreto.

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Tras nueve meses de confinamiento solitario en una cárcel del Estado de Nuevo México, Wen Ho Lee fue puesto en libertad y acusado de un solo cargo, tan menor que no merecía un sólo día de arresto.

Antes, el Departamento de Justicia había sometido a 18 meses de investigación el laboratorio forense del FBI, supuestamente el más fiable del mundo. La conclusion fue que el laboratorio tenía un nivel científico deplorable y solía falsear sus conclusiones, para adaptarlas a las necesidades de los fiscales. Uno de los sumarios en que los científicos forenses del FBI proporcionaron análisis erróneos al juez fue, precisamente, el correspondiente al atentado de Oklahoma.

Louis Freeh, director del FBI, anunció la semana pasada que dejaría el cargo en junio, dos años antes de que se cumplieran los 10 de su mandato. 'Cuando me lo dijo, no mencionó en ningún momento que la decisión se debiera a algún error relacionado con McVeigh', comentó ayer George W. Bush. La retirada de Freeh no será, probablemente, la única en el FBI. La nueva investigación abierta por Justicia, para determinar cómo pudieron extraviarse unos cuantos miles de documentos en un caso tan importante como el de Timothy McVeigh, puede obligar a una reforma en profundidad de la policía federal estadounidense, en otro tiempo muy respetada.

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