_
_
_
_

Los conservadores británicos atacan a Blair con una defensa numantina de la libra frente al euro

La última sesión de control en los Comunes se convierte en el primer gran debate electoral

En la oposición al euro, William Hague dispone de un argumento popular con el que intentó ayer acorralar al primer ministro en su comparecencia semanal en el Parlamento de Westminster. Cerca del 75% de los británicos rechaza la moneda única a la vez que el mensaje de los candidatos tories durante la campaña -que oficialmente no comienza hasta el próximo lunes- advertirá de que un voto al laborismo conducirá a la abolición de la libra esterlina. 'Responda claro y directo y admita que qiere liquidar la libra lo antes posible', le espetó Hague en la sesión de control.

La moneda única y el resto de las cuestiones relacionadas con el proyecto de integración europea dividen al conservadurismo, y fueron una de las causas de la caída de Margaret Thatcher y de la humillante derrrota de John Major en las elecciones de 1997.

Más información
Acusaciones de corrupción y tráfico de influencias
Hague promete que bajará los impuestos y la gasolina
Blair defiende 'la meritocracia' como sustento ideológico del neolaborismo
La granja británica no está con Blair

Su sucesor aceptó un compromiso para preservar la unidad del partido, que abre un flanco débil para sus rivales. Los conservadores se oponen por principio al euro, pero, según criticó Blair en los Comunes, 'sólo por cinco años'. 'Nosotros ofrecemos al electorado la posibilidad de decidir. No queremos quedar aislados y marginados de la Unión Europea', recordó. Si las proyecciones de los sondeos se confirman, Blair renovará el próximo 7 de junio su mandato con una ámplia mayoría y podrá convocar el referéndum sobre la moneda única que Gordon Brown, ministro de Finanzas, ha prometido.

El primer ministro se mantuvo fiel al guión oficial respecto al euro y recordó que el visto bueno a su adopción se dará teniendo en cuenta los intereses económicos del Reino Unido. Y, pese a la presión del líder conservador, se abstuvo ayer de poner una fecha a la polémica consulta popular. No repitió las indicaciones que dio meses atrás, cuando señaló en el Parlamento que el referéndum se podría convocar a los dos años de una segunda legislatura laborista. El candidato laborista no quiere centrar la campaña en una cuestión tan impopular, y antepuso la buena situación económica como gancho para atraerse el voto de los británicos.

Liberal-demócratas

La tercera fuerza política, los liberal-demócratas, que se presentan a la elecciones con un nuevo líder, Charles Kennedy, afrontan una batalla con pocas probabilidades de éxito. Defienden 46 escaños, un récord desde 1920, que lograron hace cuatro años en una combinación espontánea de voto táctico de la población contra los conservadores.

El sistema electoral mayoritario favorece la alternancia en el poder de los dos principales partidos, independientemente del número de votos. Incluso el aumento de diputados liberal-demócratas no vino acompañado de un aumento de la participación. Cuatro años más tarde, Kennedy confía en preservar la posición del partido con el apoyo de los defraudados del laborismo y los que siguen sin confiar en la capacidad de gobernar de los tories.

Europa, economía, inmigración y servicios públicos se adelantan ya entre los grandes temas que dominarán el debate en las próximas semanas. No hay mucha distancia en las posiciones de los tres partidos, salvo en la cuestión europea y la fiscalidad, aunque los detalles de sus respectivos programas se darán a conocer el lunes.

En esta ocasión, la campaña tomará una variante particular dada la transformación del mapa político del Reino Unido con el nacimiento, hace dos años, de los gobiernos autónomos de Gales y Escocia. Ambos territorios siguen enviando diputados a Westminster pero el traspaso de competencias obligará a un cambio de énfasis en el programa al norte y oeste de la frontera inglesa. Para los conservadores, que perdieron todos los escaños en 1997, se abre la oportunidad de recuperar terreno mientras que laboristas y liberal-demócratas, que gobiernan en coalición en ambas regiónes autónomas, podrían acusar la apatía que se detecta entre los votantes ingleses.

Mientras, en Irlanda del Norte se anticipa una caída de la principal fuerza política, el Partido Unionista del Ulster (UUP) que dirige David Trimble, y controla 9 de los 18 diputados norirlandeses. Su amenaza de dimisión como primer ministro si no hay avances en el desarme del IRA, anunciada el pasado martes, parece una estrategia para evitar la hemorragia de votos hacia sus principales rivales, como el Unionista Democrático, opuesto al proceso de paz.

Tony Blair, ayer, durante el debate celebrado en la Cámara de los Comunes.
Tony Blair, ayer, durante el debate celebrado en la Cámara de los Comunes.ASSOCIATED PRESS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_