Ensayo con suspenso
Si la avería del submarino Tireless no era grave, o no tanto como se decía, se entiende mal que hayan tardado un año en repararlo. Bien está lo que bien acaba, pero si se tratase de un ensayo de comportamiento del Gobierno ante una crisis, habría merecido un suspenso. El sumergible británico abandonó ayer la base de Gibraltar, una vez reparada la avería que le llevó a fondear en esa colonia británica tras intentar, sin éxito, hacerlo en otros puertos del Mediterráneo más próximos al lugar en que se produjo el percance. Desde luego no es indiferente el hecho de que se trate de una colonia cuya soberanía es objeto de disputa (pacífica) entre dos Estados socios de la Unión Europea (y de la OTAN). Pero tampoco es baladí que 250.000 españoles habiten en la zona próxima a la colonia. Quiere decirse que había motivos para que España, su Gobierno, tomase cartas en el asunto. Lo hizo tarde y con torpeza. Al despiste inicial siguió una actitud displicente por parte de Aznar -submarino amarillo, ye, ye-, y a la justificada irritación que causaron sus palabras respondió el Gobierno con una serie de declaraciones contradictorias que transmitieron la sensación de que no se tomaba en serio el asunto.
Sin necesidad de sacar las cosas de quicio, ni de secundar algunas actitudes demagógicas, que también ha habido, cabe preguntar qué habrían dicho y hecho los gobernantes británicos si la cosa hubiese sido a la inversa: un navío nuclear español averiado atracado en Plymouth, por ejemplo, durante un año. El hecho de que Plymouth no sea una colonia, y Gibraltar sí, no es argumento cuando los eventuales efectos alcanzarían de todas formas a miles de nacionales. Al revés: la irritación de los habitantes del Campo de Gibraltar se veía agravada, precisamente, porque se sintieron tratados como colonizados.
El Tireless ya se ha ido, pero en estos 12 meses hemos pasado de que no había ningún peligro a que había que enviarlo a reparar a un puerto británico (declaraciones de Aznar a The Times), pasando por que no sabíamos qué ocurría en su interior porque los británicos no informaban suficientemente (carta de Piqué). En resumen, el submarino ha sido reparado sin que se hayan producido los percances que auguraban los más nerviosos, pero la imagen del Gobierno español ha quedado averiada por el desprecio con que ha sido tratado por el amigo inglés.
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