Rouco se queja de que la Iglesia católica vive en España 'circunstancias difíciles'
El cardenal cree que reconocer las parejas homosexuales 'enturbia las fuentes de la humanidad'
'Semanas de tribulación', 'circuntancias difíciles', 'dolores hasta el fondo del alma'. El cardenal Antonio María Rouco dibujó de esta manera el escozor que sienten los obispos españoles, apelando a la parábola de la barca desde la que el fundador cristiano habló a la muchedumbre y ordenó más tarde a sus discípulos que fueran a pescar a un mar que 'parecía negarles la pesca'. 'Duc in altum [remad] mar adentro'.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) inició así su discurso inaugural de la asamblea de prelados, reunida en Madrid hasta el próximo viernes, para despejar los nubarrones que pesan sobre la jerarquía católica tras enfrentarse con el Gobierno de Aznar y con un sector de los medios de comunicación a propósito de la política antiterrorista y de inmigración. 'En estas semanas de tribulación, lo que más nos ha hecho sufrir no han sido las descalificaciones y las acusaciones injustas de las que hemos sido objeto a causa de nuestra supuesta tibieza en la condena de ETA. Nos han dolido más el engaño y la confusión producidos entre los católicos y el intento de separarlos de sus pastores legítimos', clamó el líder del catolicismo español.
Rosario de dolores
Pero no son las ofensas por la cuestión terrorista las que más han mortificado a los prelados, según Rouco. 'Mucho más dolor nos han producido las informaciones y opiniones desorbitadas, y no pocas veces malevolentes e hipócritas, basadas en datos sacados de contexto relacionados con los tristísimos, pero contados, casos de abusos sexuales perpetrados por unos pocos clérigos en algunos lugares del sufrido y querido continente africano'. El cardenal se refería a las violaciones de religiosas católicas por parte de clérigos en algunas misiones africanas, una denuncia realizada por un periódico católico norteamericano y reconocida el pasado día 20 de marzo por el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls.
Rouco no negó la veracidad de esas informaciones, pero acusó a los medios de comunicación de 'aprovechar la ocasión para echar una mancha de escándalo y descrédito sobre la vida y el trabajo de tantos miles y miles de misioneros y misioneras que allí, y en todo el mundo, siguen consagrando totalmente su vida al servicio de Cristo y de los hermanos, en frecuentes ocasiones incluso de riesgo diario de sus vidas'.
Éste es el rosario de dolores de la jerarquía católica que ayer rezó Rouco ante más de un centenar de obispos. 'Nos duele hasta el fondo del alma el tremendo flagelo del terrorismo. Nos duelen la muerte y el sufrimiento de tantas víctimas de la violencia en sus múltiples formas, en especial las que sufren las mujeres y los niños. Nos duele que sigan sacrificándose vidas inocentes ya antes de nacer en número creciente y con nuevas técnicas mortíferas legalizadas por quienes tienen el deber de velar por la vida y la salud de todos. Nos duele la suerte de los pobres y de los que carecen permanentemente de trabajo; la suerte de los inmigrantes explotados por mafias sin escrúpulos y no acogidos con todo el respeto y el afecto que nos merecen como personas e hijos de Dios. Nos duelen los que pierden la fe, los jóvenes a los que no se les abre en la vida un horizonte iluminado por el evangelio'. Antes, el presidente de la CEE había dicho que los obispos están 'decididos a no cejar en el impulso apostólico con la serena certeza de que el Señor nos da el incremento cuando no vacilamos ante la contrariedad y la persecución'.
Además de acusar los golpes que han marcado el rostro eclesial en los últimos meses, el cardenal tuvo tiempo de desarrollar los puntos del orden del día de la asamblea, especialmente dedicada a cuestiones morales sobre la familia, las desigualdades sociales o alguna legislación que disgusta gravemente a la Conferencia Episcopal.
Rouco aludió a la la eutanasia, legalizada ya en Holanda -'triste y dramática expresión de deshumanización', dijo-, y a las leyes aprobadas por algunas comunidades autónomas sobre 'problemas nuevos que determinadas costumbres pudieran plantear al legislador', en alusión a las parejas de hecho homosexuales. 'El camino emprendido no es el buen camino. Búsquense soluciones, si es que no las hay ya, pero no se dé cauce legal a la confusión antropológica; no se enturbien aún más las fuentes de la verdadera humanidad. El bien común demanda precisamente lo contrario para el futuro de nuestro pueblo: una legislación más amiga del matrimonio y de la familia', dijo.
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