Los obispos no se sienten amenazados por ETA

Al cardenal Antonio María Rouco le duele 'hasta el fondo del alma el tremendo flagelo del terrorismo', pero le duele mucho más que se haya utilizado la barbarie de ETA como arma de ataque contra los obispos. Rouco afirmó ayer, en el discurso inaugural de la asamblea que la Conferencia Episcopal Española (CEE) celebra esta semana en Madrid, que 'el gravísimo problema del terrorismo ha sido y es una de las constantes preocupaciones de los pastores de la Iglesia en España desde que hiciera su triste aparición'.

Los obispos dedicarán parte de los debates de esta semana a remediar su supuesta imagen de tibieza en la denuncia del terrorismo, que ayer fue tajantemente rechazada por el cardenal. Según él, las acusaciones 'son injustas' y pretenden engañar y confundir a los católicos para separarlos de la jerarquía. 'El terrorismo es un gravísimo pecado. No es lícito colaborar de ningun modo con ETA ni con su entorno. Quienes lo hicieran no merecerían el nombre de cristianos', proclamó el líder de los católicos españoles.Este fin de semana, el vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Mariano Rajoy, reiteró que él esperaba una mayor contundencia de los obispos en la condena de ETA.

Por su parte, el partavoz de la CEE, Juan José Asenjo, dijo a los periodistas, poco antes del comienzo de la asamblea plenaria de los obispos, que él no se sentía amenazado por ETA. 'Yo personalmente no me siento amenazado. Los obispos no nos sentimos amenazados por ETA, o mejor dicho, no nos sentimos más amenazados que cualquier otro grupo humano o social en nuestro país', afirmó el prelado.

Preguntado más tarde si la Iglesia se sentía 'acosada' por el PP o el Ejecutivo por no haber fimado la Conferencia Episcopal el pacto antiterrorista promovido por el partido del Gobierno y por el PSOE, el portavoz episcopal, que es también obispo auxiliar de Toledo, replicó que lo que se le pedía era 'una valoración política' en la que no deseaba entrar. Algunos prelados achacan al partido de José María Aznar la campaña que, en su opinión, se ha desatado en los últimos meses contra la Iglesia católica, sobre todo desde los medios de comunicación conservadores, que esperaban que la Conferencia Episcopal promoviese un decreto de excomunión contra los terroristas y sus cómplices.