Destetados con alcohol
Chicos y chicas adolescentes se igualan en el consumo masivo de alcohol cada fin de semana
Cuando el chaval, de 17 años, subía semiinconsciente el pasado viernes a la UVI móvil, sus amigos advertían al sanitario de que el chico no debía de ser normal. 'Pero, si no ha bebido nada. Es que con cuatro copas se pone así', informaban extrañados apurando los restos de sus botellones de dos litros. Mezclas de whisky con vermú; de tequila con limón; de tinto con vodka. La fiesta dura lo que dure el alcohol, varios litros que han comprado barato en un supermercado, una gasolinera o una tienda, aparentemente de frutos secos, que sigue abierta a las dos de la madrugada. A esa hora, los voluntarios del servicio de urgencias madrileño Samur sorteaban bolsas de plástico y botellas vacías hasta llegar a un chico borracho. Sesenta minutos después la noche se endurecía. Atendían a otro con un navajazo en la espalda, simplemente, 'por mirar mal'.
Beber por beber y hacerlo rápido. Éste es el rito de cada fin de semana para la mitad de los jóvenes españoles entre los 15 y los 19 años, ha revelado la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas. Y ya no hay diferencias entre chicos y chicas. Es más, ellas son más asiduas a las urgencias hospitalarias, confirman en tres grandes centros madrileños, debido a la menor tolerancia física de la mujer hacia el alcohol. En dos años ha aumentado en un 13% el número de adolescentes bebedoras.
Se igualan a sus compañeros, aunque les suponga al principio un esfuerzo extra. Compran botellas de licor de moras, de manzana o de café, para que el trago dulce haga más facil el objetivo: 'cogerse un puntito, reírse', es todo lo que acertaban a argumentar. Todas las que este viernes acampaban en el parque madrileño en torno al botellón confesaban 18, edad límite para comprar legalmente alcohol en la capital de España. Se les escapaba que un ciudadano solidario se había prestado a adquirirlo por ellas en el supermercado cercano o en la gasolinera. En Andalucía se va a prohibir la venta de bebidas superiores a 20 grados en las estaciones de servicio. El cerco se estrecha.
Ni música ni comida
Según datos del Ministerio de Sanidad, el consumo de alcohol puro por persona y año (13,6 litros en 1980) ha bajado de forma sostenida hasta hoy, si bien en 1998 España seguía ocupando un séptimo lugar en el consumo mundial de alcohol, con 10,1 litros por persona.
El fenómeno juvenil se concentra en los fines de semana desde hace casi una década. Y la naturalidad con la que se asume la bebida es llamativa. Las mochilas del instituto, en una esquina. Grupos de chicas solas o pandillas beben de grandes botellas en las que elaboran las mezclas. No hay música, no se ve comida. Bolsas y envases de plástico tapizan la calle o el césped. '¿Y esta generación es la que dice que es ecologista?, comentaba José Antonio Jiménez Fraile, médico del Samur, contemplando el campo de batalla horas después.
En una esquina, un chaval a punto de ser trasladado a un hospital, y los amigos alrededor quitándole importancia. 'Se le pasa rápido, nosotros le llevamos a casa', se ofrecía uno con la lengua trabada. Trasladar en una UVI a un menor requiere una autorización familiar o de la policía. Sólo oírlo les espabiló la borrachera. Quizá el próximo fin de semana no avisen a urgencias si uno de ellos flaquea. La escena retrotrajo a Jiménez Fraile a un año atrás. 'Estábamos atendiendo a un chico de 21 años con parada cardiaca. En otras palabras, muerto. Había mezclado pastillas y alcohol. Y los amigos bebiendo y preguntándome que cómo estaba con la mayor naturalidad. ¿Qué locura es esta?, me dije'.
La tolerancia cultural española al alcohol es secular. 'A mí me engañan cuando les pregunto si han tomado drogas, pero confiesan abiertamente que beben', cuenta Carlos Dulanto, especialista en el tratamiento de adicciones. 'Su percepción del riesgo es mínima. Beber es para ellos algo normal, y esa cultura de tolerancia se va a ampliar rápidamente al cannabis, sea legal o no', opina.
Aproximadamente un 20% de las urgencias hospitalarias está relacionado con consumos relevantes de alcohol, confirma un estudio del Plan Nacional sobre Drogas en 60 hospitales de 11 comunidades autónomas. La incidencia en los más jóvenes ha crecido ligeramente, dicen los responsables de las urgencias, si bien perciben que el fenómeno es más social que hospitalario. Todavía está muy asociado a fechas punta como fin de año o el final de curso. Una vez allí, el tratamiento consiste en aplicarles un suero de hidratación y mantenerles en vigilancia durante unas seis horas. Lo peor para ellos es avisar a las familias. 'Los chicos se sienten culpables', comenta la coordinadora de urgencias del Doce de Octubre, Carmen Perpiñá. Ello no impide que reincidan. 'Nos conocemos, ¿verdad?', le ha preguntado más de una vez a Jiménez Fraile ese chico que dos semanas antes le había jurado que sería la última.
Los servicios sanitarios móviles filtran muchas intoxicaciones. En dos años, el Samur madrileño ha visto incrementadas en 2.000 el número de intervenciones anuales por intoxicación etílica. Sanidad prepara una norma para equiparar en toda España la prohibición de adquirir alcohol a menores de 18 años, sólo vigente hoy en Madrid, Cataluña y La Rioja. Las inspecciones policiales han frenado en gran medida este delito en los locales como muestran las estadísticas de la policía madrileña. En 1996 hubo 162 denuncias, frente a las 27 del año pasado. Con todo, 'quien lo busca, lo encuentra', explican dos chicas. Hasta los mendigos han sido reclutados por los jóvenes para proveerse de alcohol en una tienda, relata un agente municipal.
Vicente Dalda, representante de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), afirma que 'la industria no quiere saber nada de menores'. Cita como ejemplo las medidas de autorregulación para evitar que se dirija publicidad a quienes aún no han cumplido los 18. 'A nosotros nos interesan los consumos racionales y responsables', asegura. Les inquieta el 'nuevo patrón de consumo de algunos grupos', basado en beber rápido y barato como paso previo a la diversión. 'Nosotros nos sentimos responsables del problema con toda la sociedad. Los otros responsables son los padres, los educadores, los establecimientos, el propio individuo y las autoridades', afirma Dalda. Así, se queja de 'falta de diálogo' institucional en torno a este problema. La industria quiere que se desarrolle un plan específico sobre el alcoholismo, en lugar de incluirlo en el Plan Nacional de Drogas. Porque Dalda es de la creencia de que 'la bebida puede crear dependencia, pero tiene connotaciones sociológicas distintas a la droga. Por eso es un error equipararlas'.
Directamente atribuidas al alcoholismo hay en España 12.000 muertes al año, según Sanidad. Si hacer botellones en la calle es una moda o una alternativa temporal a los precios de los locales está en discusión. Sus consecuencias, también. Sergio, de Alcohólicos Anónimos, recuerda que 'el alcoholismo es una enfermedad que dura toda la vida', y que en esta asociación hay miembros 'que empezaron a beber con 10 años'.
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