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Reportaje:

La 'tamborrada' vence al cura

El párroco de San Andrés suspende la misa del domingo por el ruido de los tambores que se tocan en la calle

Antonio Jiménez Barca

Desde hace dos años, más o menos, Lorenzo Rodríguez, de 70 años, párroco de San Andrés, en el distrito de Centro, dice vivir un auténtico suplicio. Él y los fieles de su iglesia, una de las más antiguas de la capital. Tal es el martirio que el padre Lorenzo ha decidido, desde hace una semana, anular la misa del domingo por la tarde 'que venía celebrándose toda la vida'. En una hoja colocada en la puerta del templo se leen las razones: 'Aviso: la tarde de los domingos se suprime la misa por la inseguridad y el escándalo en la plaza. Lo sentimos, disculpen la molestia'.

¿Qué escandalo es ése capaz de cargarse una de las misas más antiguas de Madrid? 'Pues los jóvenes que se ponen en la plaza, bebiendo y tumbados, tocando los tambores, que hacen imposible que se celebre la misa', explica Dolores García, de 66 años, vecina del barrio. 'Es una cosa insoportable. El sábado y el domingo por la tarde no hay quién pare', se queja otra mujer. 'Dentro, en la iglesia, el tambor se escucha de maravilla', añade otra.

El padre Lorenzo, cura con sotana, asegura que al final se ha resignado: 'Aquí estamos de sujeto paciente. Y al final hemos tenido que cerrar. El ruido de los tambores se mete en la iglesia y como el templo hace de caja de resonancia, se escucha por todos los sitios. Era imposible dar misa. Además, era muy difícil entrar a la iglesia, porque los jóvenes que se ponían en la plaza tapaban la puerta', asegura.

Desde 1999, la plaza de los Carros se ha puesto de moda, convirtiéndose, los fines de semana y festivos, en un hervidero de jóvenes. Por la mañana, la costumbre consiste en tomar cervezas y tapas en las terrazas o de pie en la calle, al abrigo de los muchos bares que siempre ha habido en la zona y en otros de reciente creación. Pero el ruido (y la tortura para el párroco) empieza por la tarde, cuando se cierran los puestos del Rastro. Un día soleado, se pueden reunir más de 500 personas, según apuntan vecinos del barrio. Algunos portan bongos y tambores que no paran de retumbar hasta pasadas las 12 de la noche. Eso es algo que saca de quicio a más de uno. Entre otros, al sacerdote: 'Hay que hablar de la palabra 'respeto'. ¿Qué le parecería a usted que yo montara todas las tardes una procesión con 10 viejitas desde Cibeles a Sol y de Sol a Cibeles? Al final, me lo impedirían por las molestias que ocasionaría. Pues eso pedimos nosotros: respeto'.

El cura asegura que ha acudido 'en muchas ocasiones' a la policía o al Ayuntamiento. 'Pero los agentes municipales nos dicen que poco pueden hacer, y miran para otro lado', señala Rodríguez.

Los vecinos se quejan sobre todo del estruendo de los tambores. 'Hay veces que no paran hasta las tres de la mañana y no se puede dormir ni con las ventanas cerradas', comenta un vecino. En esto coinciden con los residentes en la Plaza Mayor, que también sufren el 'martirio' al que les someten los músicos callejeros que pueblan esa zona.

El grupo municipal socialista, a iniciativa de estos vecinos de la Plaza Mayor, ha propuesto al Ayuntamiento que multe con 50.000 pesetas a los músicos que en la calle usen amplificador e instrumentos de percusión después de las 12 de la noche. El concejal de Medio Ambiente, Adriano García-Loygorri, que elabora la nueva Ordenanza del Ruido, ha prometido que 'se aprobará cualquier iniciativa que contribuya a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos'.

El padre Lorenzo desconoce tanto que la concejalía de Medio Ambiente esté redactando la Ordenanza del Ruido como que el PSOE haya pedido que se prohíba el uso indiscriminado del tambor en la vía pública. Pero al enterarse, afirmó: 'A ver si se consigue con las leyes mejorar esto'.

Terraza situada enfrente de la iglesia de San Andrés, en la plaza de los Carros.
Terraza situada enfrente de la iglesia de San Andrés, en la plaza de los Carros.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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