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Juanito Iglesias, un hombre de una pieza

El pasado día 17 falleció Juanito Iglesias en la misma ciudad, Bilbao, que le viera nacer el 13 de marzo de 1915. Muy joven, en 1930, trabajando como recadista en una tienda de esta villa, se afilió al Sindicato de Comercio de la UGT y a las Juventudes Socialistas, y, desde entonces, su vida estuvo vinculada al socialismo y a la lucha por la libertad, que perdió, por primera vez, tras la fracasada revolución de octubre de 1934, siendo procesado por su participación en ella y encarcelado durante siete meses.

Le conocíamos como Juanito en el exilio, a pesar de las tres décadas de ventaja que nos llevaba en la edad, no por falta de respeto, sino por la gran simpatía que nos inspiraba. En la guerra civil había sido apresado por los militares rebeldes tras participar en la voladura del puente de Orozko para impedir que los fascistas avanzaran por él. Fue condenado a muerte, pena que le sería conmutada por 30 años de prisión, y trasladado al fuerte de San Cristóbal, cercano a Iruña.

En este lugar vivió uno de los acontecimientos más terribles de aquella salvaje guerra. El 22 de mayo de 1938 los guardianes de aquella prisión facilitaron la huida masiva de los presos para, posteriormente, cazar como a animales a aquellos hombres que intentaron recuperar su libertad alcanzando la frontera francesa, a la que sólo tres consiguieron llegar. Más de 200 murieron. Juanito pudo contarse entre los supervivientes, si bien resultó gravemente herido al perder un brazo.

Esta pérdida fue objeto de la curiosidad de Juan Carlos de Borbón cuando, 40 años más tarde, muerto el líder de los sublevados, conociera a los miembros del Consejo General Vasco, del que formó parte Juan Iglesias como consejero de Trabajo. Preguntado con la 'naturalidad' característica del recién instaurado monarca por la causa de la falta de uno de sus brazos, Juanito no fue menos claro al responder: 'Esto se lo debo a los enemigos de la República'.

No sé si el actual Jefe del Estado pudo llegar a entender el alcance de las palabras del veterano socialista, que entonces era presidente del PSE. Pero la claridad de sus ideas e ideales no debían ser fáciles de asimilar por muchos que llegaron bastante más tarde que él al mundo de la política. Lo que acabó suponiendo su retirada de la misma.

Desde principios de los sesenta había formado parte del Gobierno vasco en el exilio en sustitución del fallecido socialista Paulino Gómez. Era apreciado y admirado también por los exiliados de otras ideologías. Siempre presente en los Aberri Egunas, decidido defensor del derecho de autodeterminación, recuerdo con cariño cuando cantábamos con él las canciones prohibidas en la dictadura.

Juanito Iglesias, aunque mutilado, nunca pudo dejar de ser, como otros muchos veteranos de la resistencia al franquismo, un hombre de una pieza. Y sin estruendos mediáticos ni parafernalia alguna, sin ruido, marcado quizás por tantos años de ser 'clandestino', se retiró y dejó paso a una nueva generación.

Gran socialista, gran vasco, gran hombre hasta el final. Descanse en paz, Juanito Iglesias, goian bego.

Andoni Olabarri es presidente de la Fundación Sabino Arana.

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