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Reportaje:

Marcas de la memoria

El Espai d'Art Contemporani de Castellón exhibe obras de siete artistas sobre recuerdos individuales y colectivos

María Fabra

Seis imágenes de una misma cama fueron instaladas ayer por las calles de Castellón. Una de ellas, en forma de gran pancarta se colgó en la fachada del Espai d'Art Contemporani, que alberga la exposición Lugares de la memoria, el último proyecto dentro del ciclo Siete propuestas y un epílogo para el final del milenio. Las demás, en forma de grandes vallas publicitarias, tomaron la calle. Las imágenes de la cama son obra del artista Félix Gonzalez Torres, que les puso como título Untitled, 1991, y que anteriormente se expusieron en las calles de Nueva York. Ahora, por primera vez en España, se muestran en Castellón.

Para la mayoría de los que observaron esta imagen sin tener más información de González-Torres que la de su condición de artista cubano, la cama doble, ligeramente deshecha, atrae con la promesa de descanso, evoca recuerdos de momentos eróticos o de preciosas horas de relajación, o de un adiós prolongado a la hora de la muerte. Sin ningún texto que lo acompañe, esta valla sugiere muchas lecturas y se ofrece a sí misma como un espacio para la contemplación en medio de un fondo urbano. Para aquellos que están familiarizados con la biografía del artista, esta imagen de una cama vacía puede ser leída como testimonio del duelo de Félix González-Torres por su compañero sentimental, que murió en 1991.

Otros seis artistas completan Lugares de la memoria, una muestra comisariada por el director del Espai, José Miguel García Cortés, que pretende que este proyecto artístico incida en cómo la memoria permite aprehender o retener el conocimiento y subrayar su importancia como parte constitutiva de la identidad individual y colectiva. Para Cortés, 'la supresión de la memoria es uno de los objetivos fundamentales de las ideas totalitarias y el simple hecho de su existencia califica actos y omisiones, se convierte en una instancia ética'.

La exposición permanecerá hasta el 10 de junio y los artistas participantes son: Miroslaw Balka, Eugenio Dittborn, Jean-Luc Godard, Félix González-Torres, Chris Marker, Antoni Muntadas y Doris Salcedo. Sin la memoria no podríamos contar nuestras experiencias a los demás y ni siquiera a nosotros mismos. Quizá con esta premisa, García Cortés ideó una muestra plagada de recuerdos, vivencias y ejemplos no ejemplarizantes, de una temporalidad inconclusa abierta a múltiples reescrituras del pasado. Según señala en el texto que introduce el catálogo de la exposición, la memoria es 'una superimpresión de diferentes imágenes que tiene como consecuencia la creación de otras'. El catálogo cuenta también con la visión de Eduardo Haro-Tecglen: 'Somos supervivientes de nuestro pasado, largo o corto; y nuestro pasado se va nutriendo, creciendo, abultando y complicándose en cada nanosegundo. Tratamos, a veces, de reconstruirlo: rememorarlo. O puede aparecer sin llamarle, asombroso, como un atracador a la vuelta de la esquina, como un sorprendente fantasma de alcoba, sin que nadie haya tratado de evocarlo. Viene de un fondo personal adulterado. Lo desenterramos: como si fuésemos sus arqueólogos'.

Los siete artistas son divisibles en dos generaciones. La primera, y más antigua, que congrega a Godard, Marker y Muntadas. La segunda, la más joven, podría estar compuesta por Balka, Dittborn, González-Torres y Salcedo. Para Cortés, esta exposición no es una rememoración de lo desaparecido, sino un análisis de lo olvidado, 'tanto por la amnesia oficial, cuando fabrica una historia que anula a ciertas personas o acontecimientos y ensalza otros, como por la memoria personal, al marginar u ocultar determinadas cuestiones'. Las obras expuestas son como residuos de información que hablan del exilio y de la pérdida, de la desaparición, de la muerte y de la culpa de las tragedias individuales y colectivas de una época excesivamente bárbara, vestigios de una ausencia presente que se debaten en ese intersticio que se vislumbra entre la identidad y el poder, la voz y el silencio, la ausencia y la presencia, según el comisario, quien resume la muestra asegurando que 'son imágenes sobre la vulnerabilidad, la desnudez y la desaparición en la que caminan juntas la eternidad y la mortalidad'.

Valla con la obra de Félix González-Torres, en una calle de Castellón.
Valla con la obra de Félix González-Torres, en una calle de Castellón.ÀNGEL SÁNCHEZ

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