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Alan Greenspan mete presión a Wim Duisenberg

El BCE queda condicionado por la decisión de la Fed, pero nadie se atreve a pronosticar si recortará los tipos

Los tipos de interés en la zona euro están, más que nunca, en manos de Wim Duisenberg, el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Hace pocos días, la decisión de la Reserva Federal de recortar medio punto el tipo de interés del dólar se habría transformado de inmediato en un alud de presiones para que el BCE hiciera lo propio. El precio del dinero en la zona euro, que comenzó en 1999 al 3% y se redujo hasta el 2,50% durante ese año, fue elevado al 4,75% el pasado octubre. Desde entonces, el BCE no ha movido ficha y la presión aumenta.

Ayer apenas pasó nada. El ya casi habitual llamamiento del director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Koehler, a favor de dinero más barato debido a la situación de la economía mundial. Y el también habitual comentario de la agencia Reuters asegurando que 'aumenta la presión' para que el BCE recorte también sus tipos. Poco más.

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Al contrario, la reacción del euro tras la decisión de la Reserva Federal fue bastante mejor de lo que se podía esperar de un mercado cada vez más dominado por la histeria del primer momento. El euro cayó enseguida al conocerse la noticia y marcó el suelo del día en 0,8699 dólares. Pero empezó enseguida a recuperarse e incluso se colocó por encima del máximo diario marcando 0,89 dólares, una cotización superior a la de la semana pasada, tras la decepción con que fue acogida la decisión del BCE de mantener sin cambios los tipos de interés. En el mercado de Nueva York, el dólar cayó frente al euro. Se cambió a 1,1296 euros, frente a un precio en la víspera de 1,1339.

La tranquilidad relativa con que el euro encajó en los mercados de cambio el recorte de tipos en EE UU parece indicar que los operadores han comprendido que las presiones al BCE no son la mejor manera de forzar una bajada de tipos y, al mismo tiempo, por primera vez en varias semanas, cala la idea de que la testaruda cerrazón de la institución presidida por Duisenberg empieza a ser comprendida. A la vez, aumenta la confianza en la capacidad de crecimiento de la economía europea.

'El BCE bajará los tipos algún día, sea el que sea. Pero lo que ha quedado claro estos días es que la presión es contraproducente. Todo el mundo ha comprendido que el BCE es independiente y que tomará la decisión por sí mismo', opinaba ayer un experto comunitario. En tiempos no muy lejanos un recorte de tipos del dólar que, como el de ayer, deja al euro con un tipo de interés superior al americano por primera vez en mucho tiempo, hubiera debilitado al dólar y reforzado al euro sin que a nadie le sorprenda.

Ayer, en cambio, el buen comportamiento del euro fue una sorpresa. La diferencia entre el pasado reciente y el presente es que el mercado ya no se mueve tanto por la rentabilidad del interés cuanto por las expectativas de crecimiento económico.

Por eso, los más pesimistas pueden deducir que si la Reserva Federal (el banco central de Estados Unidos) acuerda su cuarto recorte consecutivo de medio punto en unos pocos meses es que los anteriores no han bastado para asegurar el objetivo buscado: volver a la senda del crecimiento fuerte en el segundo semestre del año. Los más optimistas pueden ver el vaso medio lleno: precisamente porque ha habido recorte de tipos, la economía americana se recuperará antes.

En los próximos días se verá cuál es la reacción definitiva de los mercados en la zona euro. Si las bolsas siguen subiendo como ayer y el euro se mantiene estable frente al dólar, la lectura más lógica será que crece la sensación de que la zona euro no se verá seriamente afectada por la situación en Estados Unidos, sea cual sea ésta. Si el euro y las bolsas caen, la presión al BCE para que recorte los tipos aumentará de nuevo, aunque seguramente sin la virulencia de las pasadas semanas.

Ni el BCE ni la Comisión Europea quisieron pronunciarse ayer sobre la decisión de la Reserva Federal. 'Nunca comentamos las decisiones de otros bancos centrales', se limitó a decir la autoridad monetaria europea. 'Nuestra visión de la situación en Estados Unidos no ha cambiado', opinó un portavoz de Bruselas. 'Seguimos pensando que el impacto de la ralentización americana será limitado, que habrá recuperación en el segundo semestre del año y que la economía de la zona euro crecerá en torno al 3%', insistió el portavoz. Nada nuevo bajo el sol del euro. De momento.

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