_
_
_
_

Frontera de cielo y tierra

Pocos en Madrid saben de la existencia de una línea óptica que durante décadas unió activamente tres hitos altos de la ciudad: la desvencijada torre del Retiro, que aún muestra su terroso lomo tubular junto al paseo de coches; la llamada torre de la Casa del Reloj, en la Puerta del Sol, y la Torre de los Lujanes, en la plaza de la Villa, donde la leyenda dice que permaneció preso el rey Francisco I de Francia tras su derrota en Pavía a manos de Carlos I. A través de esta línea alta, hoy desconectada, se vertebró el primer sistema telegráfico-lumínico de Madrid. Por él discurrieron velozmente, durante el siglo XIX, los mensajes más urgentes que intercomunicaron la Villa.

Todo esto lo investigó José Miguel Medrano, conservador de la Calcografía Nacional de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que acaba de coordinar la edición del libro El cielo de Madrid, torres y rascacielos, presentado ayer en la Casa de la Panadería por Mercedes de la Merced, primera teniente de alcalde,Max Mazin, de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid, y Gonzalo Ferré, de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Estas instituciones han participado en la tarea de reconstruir la historia de las alturas de Madrid, que Medrano y su equipo, con fotos de Juan Carlos Melero, cuentan amenamente en 68 páginas.

En Madrid, la frontera entre el cielo y la tierra, dice el libro, ha adoptado un perfil singular en cada época. Desde el mosaico de las mezquitas de los tiempos en los que la ciudad naciera hasta los campanarios de ladrillo y bronce que la tachonaron luego, tras la reconquista del enclave árabe a manos de Alfonso VI de Castilla, allá por el año 1085. Tras la Edad Media llegaron en el siglo XVI los chapiteles, esos tejados de pizarra ideados para dibujar de charol el deslizar de la nieve que, a la sazón, copiosamente poblaba la frontera madrileña entre el suelo y el éter.

La flecha más alta de Madrid fue durante siglos la iglesia de Santa Cruz, no lejos de la plaza Mayor, cuya cota de asiento le dotaba de la más elevada prominencia y visibilidad. Pero esta torre fue en su día desplazada por el edificio de Telefónica, en Gran Vía, un prodigio del arquitecto Cárdenas, que no reencontraría expresión tan original hasta que el arquitecto Miguel Oriol culminara su Torre Europa, en 1982. Hormigón prefabricado, aluminio violeta y vidrio rosado marcaron aquel año la línea del cielo de Madrid, con una construcción a base de costillares externos que tornan diáfano el interior, con una piel suave de cristal que administra su sombra.

Madrid no tiene más de una quincena de rascacielos en sentido estricto. Quizá por ello, Mercedes de la Merced se permitió ayer la licencia de pedir al menos dos rascacielos más, como emblemas de una ciudad que crece de manera incesante. Entretanto, un puñado de altos edificios, desde el Pirulí hasta Torre Picasso o las Torres KIO, con sus altivos helipuertos, dialogan en solitario mientras el azul del cielo envuelve a la ciudad entre la brisa fresca que baja del Guadarrama.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_