Diálogo y protección

Tras el fracaso de la primera fase del diálogo social sobre la reforma de la contratación, el Gobierno necesitaba como agua de mayo restablecer la denominada paz social. La reducción de conflictos laborales y la más significativa moderación salarial fueron, junto a un entorno internacional propicio, los factores fundamentales de eso que se calificó como el milagro económico español. Las circunstancias ahora son bien distintas, y esa contribución que hicieron los sindicatos para lograr la entrada en la unión monetaria y favorecer el crecimiento del empleo precisa de cesiones, aunque sean parciales, en los procesos de negociación abiertos.

Con el preacuerdo alcanzado entre el Gobierno y CC OO en torno a las pensiones se atenúan tensiones anteriores y, de paso, el Ejecutivo contribuye a agudizar el desencuentro de las dos centrales sindicales, ampliando ese paréntesis abierto recientemente tras 13 años de unidad de acción. UGT, que había respondido a la ruptura de las negociaciones sobre contratación con la amenaza de una huelga general, alega que apenas ha podido estudiar el documento sobre el que se ha alcanzado el acuerdo. La CEOE lo considera válido y acabará suscribiéndolo.

Para conseguir un rápido acuerdo, el Gobierno apenas ha regateado. Los ejes del compromiso, cuya vigencia será de cuatro años, son la mejora de las prestaciones mínimas (aumentan las pensiones de viudedad y la edad límite para percibir las de orfandad) y la extensión de la jubilación anticipada. En este punto, una de las principales demandas sindicales, se elimina la exigencia de que el trabajador haya empezado a cotizar antes de 1967 y se amplía el derecho al retiro anticipado a quienes, llevando seis meses en paro, tengan 61 años y hayan cotizado durante 30.

Se trata de pactos que, en lo esencial, reflejan cesiones ante las aspiraciones sindicales y un mayor gasto, todavía sin concreción. Se ha evitado el mal precedente de la reforma por decreto, y esto es favorable, pero no se ha conseguido el concurso necesario de UGT. Sería bueno que todas las partes involucradas en la negociación hicieran un último esfuerzo para incorporar a la Unión General de Trabajadores. Tiempo hay para convertir un arreglo en un buen pacto sobre protección social, que debería ser más ambicioso si se quiere garantizar a largo plazo el mantenimiento del sistema público de pensiones.