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Columna
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Hostilidad

No es cuestión, ni se trata de poner en tela de juicio, la inocencia del alcalde de Ponferrada. Hay que esperar. Será la sentencia que conozca de la querella que ha interpuesto su ex concejal de Hacienda la que determine si ha existido, o no, acoso sexual. Sin embargo, como esta querella ha puesto este problema de actualidad, merece la pena detenerse y reflexionar sobre el mismo. Más en un mes en el que se ha celebrado el Día de la Mujer Trabajadora y se han conocido datos estadísticos que reflejan que discriminación y violencia son algo cotidiano en el ámbito laboral andaluz.

Un conocimiento que, normalmente, sólo aparece cuando se han sobrepasado unas situaciones límite. Tal vez porque se entiende que hay que llegar a situaciones de acoso para poder denunciar vejaciones. De otra forma, se piensa que no se encuentra protección legal. Sin embargo, no es así. El acoso, con o sin sexualidad añadida, se produce por la existencia de un entorno laboral humillante. No es necesario aguardar una invitación sexual para poder denunciar. Puede que la invitación no llegue nunca. A veces, el agresor sólo busca que la mujer acepte que es inferior en el trabajo por el hecho de ser mujer.

Esta situación, y la ausencia de reglas generales que permitan definir cuál es el momento en el que se inicia el acoso, sexual o no, hace que muchas empresas cierren los ojos y toleren estas conductas. Las consecuencias empiezan a estar a la vista. Los síndromes depresivos ansiosos toman carta de naturaleza como consecuencia del desarrollo del trabajo en condiciones de hostilidad.

Tal vez pueda encontrarse alguna solución a través del establecimiento de normas de conducta que regulen la actuación de directivos, y trabajadores, en las empresas, y la remisión obligada de partes médicos a los juzgados, al igual que se hace cuando existen agresiones físicas. El rechazo de bromas, invitaciones y comentarios a la mujer trabajadora podría tenerse en cuenta en esta regulación.

Unos y otras conocerían sus derechos y sus obligaciones. La seguridad de este conocimiento facilitaría el rechazo de estas actuaciones y permitiría a la mujer defenderse sin tener que esperar.

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