El Alcázar pertenece al pueblo de Sevilla
Hace unos días, el profesor de Historia de mi hija en el Instituto Herrera, repartió entre sus alumnos un folleto invitando a un ciclo de conferencias en conmemoración del 70º aniversario de la cesión del Real Alcázar a la ciudad de Sevilla, organizado por el Aula Pablo de Olavide del Patronato del Real Alcázar. Enterarme de esta forma me pareció maravilloso, pues es esperanzador que en los centros educativos se anime a los niños a participar en estas actividades.
He asistido a dos de ellas (y espero no faltar todos los jueves hasta el 22 de abril) y he aprendido muchas cosas, pero especialmente una: El Alcázar pertenece a la ciudad de Sevilla desde hace 70 años. El gobierno de la II República, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, mediante un Decreto de 22 de abril de 1931, cedió el Real Alcázar a la ciudad de Sevilla. Y yo me pregunto: ¿qué uso se le ha dado al Alcázar desde entonces? ¿Se ha entregado realmente al pueblo de Sevilla? La respuesta a estas preguntas durante el franquismo son bien conocidas por los sevillanos (son comentadas las grandes fiestas con los árabes ricos). Pero con la democracia, como ciudadana de Sevilla, no recuerdo haber sentido nunca el Alcázar como propio. Siempre lo he visitado como turista. Sin embargo, el año pasado empecé a sentir que nos lo entregaban un poquito con aquéllos conciertos en las exquisitas noches de verano en los jardines del Alcázar a precios asequibles. Lo mismo me está pasando ahora con estas conferencias en el Aula Pablo de Olavide, que tienen lugar ¡en el Cuarto del Almirante, nada menos!, el que asocio con bodas de infantas, recepciones y actos oficiales. Y, claro, en ese marco, la imaginación empieza a volar. Sueñas que al mismo tiempo se están realizando múltiples actividades culturales en sus hermosos salones y jardines. Piensas que no se le está rentabilizando lo suficiente, y no hablo de rentabilidad económica, que según mis fuentes, le reporta beneficios a la municipalidad. Hablo de ganancias sociales y culturales.
Estoy segura de que la idea que estaba detrás del decreto del 22 de abril de 1931, era precisamente esa, entregar al pueblo los bienes reales para su disfrute. Por tanto, creo que este tipo de actividades hace que la voluntad de Niceto Alcalá-Zamora empiece por fin a cumplirse. Animo, pues, al delegado de Educación y al Patronato a continuar ejecutando la entrega de ese fantástico monumento a la ciudad de Sevilla.
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