Europa, con freno
Los intereses nacionales han vuelto a predominar en el Consejo Europeo de Estocolmo, hasta frenar todo avance significativo. Es lamentable, pero no sorprendente, tras las dificultades para alcanzar el Tratado de Niza, y con un calendario electoral que incluye elecciones en mayo en Italia y probablemente en el Reino Unido, y en 2002, en Francia y en Alemania. Es decir, en los cuatro países más importantes de la UE. Por esa razón, los dirigentes europeos hablaron tan poco públicamente de las vacas locas y de la fiebre aftosa, aunque evitaron la carne en el menú de su cena, y no hicieron mención alguna a una posible reforma de la Política Agrícola Común (PAC), excesivamente centrada sobre el productivismo.
Un año después de que la anterior cumbre económica, la de Lisboa, se fijara el ambicioso objetivo de transformar para 2010 a la UE en la zona más competitiva del mundo con pleno empleo -ahora con el objetivo intermedio para 2005 de una tasa de ocupación del 67% (57% para las mujeres)-, los progresos han sido muy desiguales, por sectores y por países. Europa se sitúa en un cómodo crecimiento del 3,5% anual y ha creado en un año 2,5 millones de puestos de trabajo. Pero el mensaje de que Europa va bien, que los líderes han enviado desde Estocolmo, poco tiene que ver con las dudas de los mercados ante los efectos del frenazo en el crecimiento estadounidense.
Sin duda, la UE podría aprovechar mejor la situación si hiciera saltar las fronteras internas, muchas veces invisibles, que aún quedan. Pero la política nacional ha impedido que Francia diera su acuerdo a una liberalización a fecha fija del sector eléctrico o del gas, especialmente interesante para un país como España, que depende en exceso de los accesos a la red eléctrica francesa. A su vez, las desavenencias entre Aznar y Blair sobre Gibraltar también han imposibilitado la creación de un Espacio Europeo Aéreo Único, al negarse España a que incluyera el aeropuerto de Gibraltar, enclavado en territorio ocupado, y sobre cuya gestión conjunta nunca se ha aplicado el acuerdo pactado en 1994. Para que algo se mueva habrá que esperar, como señaló ayer el presidente español, a que pasen las elecciones británicas. E incluso así, nada está aún garantizado. Pero esta desavenencia ha llevado a Blair a buscarse otro compañero para presentar públicamente sus propuestas liberalizadoras: esta vez, el socialista portugués António Guterres.
A pesar de todo, Europa avanza, aunque a veces a paso de tortuga. Horas antes de que llegaran a Estocolmo los mandatarios, sus ministros de Economía y Finanzas alcanzaron un acuerdo para legislar con mayor facilidad y flexibilidad a escala de la UE sobre la integración de los mercados financieros europeos, lo que constituye un hito notable, aunque para convertirlos en los más competitivos y dinámicos del mundo se requerirán todavía más reformas. La cumbre ha reconocido que la UE no saca suficiente partido de Internet. Cada cual se reserva su territorio. Nadie habla de poner en manos de una autoridad europea independiente, como en EE UU, la capacidad de otorgar licencias de telefonía, de televisión u otras. El objetivo limitado es lograr un marco legislativo armonizado sobre telecomunicaciones, lo cual resulta insuficiente. Y para 2003, el déficit en cualificación tecnológica llegará a los 2,3 millones de empleos.
La presencia en Estocolmo de Vladímir Putin reflejó la importancia que la UE concede a Rusia, a diferencia de la nueva Administración estadounidense, un posible motivo de desavenencia que se suma a la crítica directa por la decisión de George Bush, desdiciéndose de un compromiso adquirido durante la campaña electoral, de renunciar a regular las emisiones de dióxido de carbono. Y si el calendario electoral frena a Europa, la realidad le obliga a atender a una realidad internacional que no espera, ya sea en Oriente Próximo o en los Balcanes, y en particular en Macedonia, tareas todas encomendadas a Javier Solana, el encargado de una política exterior y de seguridad común que no tiene una realidad efectiva. Habrá que hacer el camino al andar. Como casi todo en esta Europa.
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