De rebajas
La Reserva Federal (Fed) redujo el pasado martes por tercera vez en lo que va de año los tipos de interés de los fondos federales por una cuantía de 50 puntos básicos (pb), igual que en las dos ocasiones anteriores. Un día antes el Banco de Japón había bajado los suyos dejándolos en el cero por ciento. Otros bancos centrales, como los de Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda, también han recortado en las últimas semanas sus tipos rectores. Sólo el BCE se resiste de momento a la moda, si bien parece que por poco tiempo.
Las razones de estas rebajas parecen obvias, pero la sorpresa ha sido la reacción de los mercados de renta variable, que, en contra de lo esperado, han acogido la medida con intensas caídas. La causa aparente es que estos mercados esperaban un recorte superior, de 75 pb, pero una diferencia de 25 pb no parece tan importante como para desatar esta especie de estampida, por lo que debe haber algo más profundo que la explique. En mi opinión, los mercados financieros se han visto profundamente decepcionados al comprobar que su diagnóstico y tratamiento de la crisis no era compartido por la Fed. Los participantes en estos mercados parecen pensar que la actual es una crisis de tipo financiero similar a la ocurrida en el verano de 1998, y que una rápida y agresiva actuación de la Fed bajando tipos y facilitando liquidez puede enderezar las cotizaciones y, con ello, restablecer la confianza y la capacidad de los consumidores y de las empresas para mantener su ritmo de gasto anterior. Pero los que así vean las cosas se equivocan, pues lo que se inició en el segundo semestre del pasado año en Estados Unidos es una fase recesiva de carácter global, que hunde sus raíces en la economía real y no sólo en problemas de liquidez o confianza de los mercados financieros. Así parecen verlo los gobernadores de la Fed.
La tarea de la Fed no es impedir el ajuste de la economía americana, sino que se haga de forma ordenada
Esta diferencia en el diagnóstico implica también diferencias en el tratamiento. En primer lugar, la Fed tiene que hacer ver a los participantes en los mercados que su misión no es salvarlos de sus propios excesos (lo que ellos denominan moral hazard). En segundo lugar, la labor de las autoridades monetarias no es impedir que se produzca el necesario ajuste de la economía americana tras los excesos de los tres o cuatro últimos años, sino que dicho ajuste se produzca de forma ordenada, lo que requiere una dosificación de las bajadas de tipos distinta a la que les gustaría a los mercados. Esto no impide que se produzcan más rebajas a lo largo de los próximos meses.
Mientras, al BCE se le acusa de inmovilismo y de no darse por enterado del deterioro de la economía europea. No creo que los dirigentes del banco sean tan cortos, sino que hasta ahora han estado utilizando el argumento de la fortaleza de nuestras economías para que se aceptara de buen grado su política antiinflacionista a ultranza. Pero las cosas están cambiando rápidamente y estos dirigentes ya han empezado a hacer declaraciones en los últimos días preparando el camino a próximas rebajas. Esto sería positivo para la economía europea en su conjunto, pero dudo de que lo fuera para la economía española, pues desaparecerían las pocas amarras que sujetan la inflación, que aquí sí que es un problema. ¡Y aún hay quien propone que la nueva rebaja del IRPF anunciada para 2003 se adelante al próximo año!
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).
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