EE UU y Rusia se declaran la 'guerra de los espías' y expulsan a 100 diplomáticos
Los estadounidenses habían ordenado la salida de 50 funcionarios rusos acusados de espionaje
De los 50 rusos expulsados, cuatro de ellos fueron calificados de persona non grata y se les dio tan sólo cuatro días para abandonar territorio estadounidense. Los otros 46, vinculados directa o indirectamente al espionaje ruso, tienen hasta el 1 de julio para hacer las maletas.
La expulsión masiva es un castigo por haber infiltrado en el FBI a uno de los topos más dañinos de la historia del contraespionaje, Robert Hanssen, detenido el mes pasado tras 15 años de colaboración con Rusia. Las informaciones que Hanssen pasaba a Moscú provocaron incluso la desaparición de varios agentes estadounidenses en Rusia, posiblemente ejecutados al descubrirse su identidad. Desde un principio, Hanssen era consciente de que sólo se libraría de la pena de muerte si desvelaba los nombres y apellidos de sus contactos, lo que aparentemente está haciendo de buena gana.
El presidente George W. Bush asumió ayer el peso de la responsabilidad final en la decisión de expulsar a los 50 diplomáticos: 'La decisión habla por sí sola', dijo Bush, que al mismo tiempo mostró su confianza en que todo esto no impida 'mantener una buena relación con los rusos. Tenemos que trabajar juntos en algunas cuestiones. Pero hemos tomado la decisión correcta', aseguró el presidente.
Bush y Vladímir Putin apenas han mantenido contactos de cortesía; su primera reunión formal podría llegar en julio en la reunión del Grupo de los Ocho (G-8). Hasta entonces, ambos países tienen tiempo para empeorar aún más sus relaciones, como han venido haciendo en los últimos meses debido, sobre todo, al tono hostil que emplea el Gobierno de Bush con Rusia.
Venta de armas rusas
Hace sólo unos días, el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, acusó a Rusia de vender armas a países peligrosos y llegó a decir sin rubor que los rusos 'parecen decididos a vender cualquier cosa por dinero'. A declaraciones de este tipo se une el enfrentamiento por el apoyo de Bush a la construcción de un sistema antimisiles que, según Moscú, puede desestabilizar el equilibrio nuclear internacional.
Desde hace meses, el FBI y la CIA son conscientes de que Rusia ha aumentado la presencia de personas vinculadas a sus servicios de espionaje a un nivel comparable al de la guerra fría. Según la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, la expulsión sirve para poner de manifiesto 'que la presencia de tantos miembros del servicio del espionaje ruso en EE UU no se ajusta al tipo de relación que queremos mantener con los rusos'.
El grueso del espionaje ruso en EE UU se reparte entre la Embajada en Washington, la delegación en las Naciones Unidas y el Consulado de San Francisco. Según una fuente del Departamento de Estado, EE UU puede llegar a expulsar a los 200 diplomáticos rusos acreditados en la capital si ese país adopta medidas de represalia desproporcionadas.
Desde Moscú se anunció que la 'acción inamistosa' y 'totalmente infundada', que pretende aumentar la tensión en las relaciones bilaterales, tendría una 'adecuada respuesta', palabras que, según la agencia Interfax, le dijo ayer en Moscú el viceministro de Exteriores ruso, Gueorgui Mamédov, al embajador norteamericano, James Collins. Poco después, el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, anunció la expulsión de 50 diplomáticos estadounidenses.
Para Dmitri Rogozin, presidente del Comité de Exteriores de la Duma, la medida adoptada por Washington puede tratarse de una peculiar forma de presionar al Kremlin para que acepte los planes de EE UU de desplegar un escudo antimisiles.
Medidas 'simétricas'
Fuentes diplomáticas y de los servicios de seguridad rusos precisaban ayer que para que la 'simetría' sea real -es decir, para causar al 'enemigo' el mismo daño que él quiere infligir- el número de expulsiones debería ser mucho mayor. El motivo es muy claro: Rusia tiene 190 funcionarios en Estados Unidos y la pérdida de 50 causará un caos organizativo. Pero, a la inversa, el número es de 1.100 funcionarios en Rusia, aunque sólo menos de 700 son norteamericanos.
La única reacción pública del presidente Vladímir Putin fue asegurar, antes del anuncio oficial estadounidense, que, de ser cierta, la decisión causaría un 'profunda consternación en Rusia'. Ivanov señaló que el liderazgo ruso confía en que no se afianzarán en Washington quienes intentan devolver a EE UU y a la humanidad a la 'época de la confrontación y la guerra fría'. Por su parte, Serguéi Prijodko, vicejefe de la Administración Presidencial, señalaba que 'cualquier campaña de espiamanía o de búsqueda de un enemigo supone una recaída en la era de la guerra fría'.
A la vista de la crisis ahora desatada, se explica el perfil bajo que tuvo la semana pasada la visita a Washington de Serguéi Ivanov, secretario del Consejo de Seguridad y, según la mayoría de los analistas, mano derecha de Putin, con el que trabajó en el KGB soviético. Entre otras cosas, Ivanov (que se entrevistó con su homóloga Condoleezza Rice y con el secretario de Estado Colin Powell) pretendía fijar fecha a una cumbre Bush-Putin, anterior a la prevista para julio en Génova (Italia). Pero se volvió de vacío.
Ni amigos ni enemigos
Vladímir Putin se felicita, en una entrevista concedida a los directores de cuatro diarios, de que George W. Bush haya declarado que no considera a Rusia un enemigo, y expresa su confianza en un 'diálogo positivo' con EE UU. Pero la crisis de los espías refleja que, si las dos grandes superpotencias nucleares no son enemigas, mucho menos son amigas. Ya no hay ni muro de Berlín ni comunismo ni Unión Soviética. Rusia y EE UU son socios comerciales, mantienen relaciones teóricamente amistosas, colaboran en la pacificación de Yugoslavia y forman parte del Grupo de los Ocho. Y, sin embargo, se siguen espiando como en los tiempos más duros de la guerra fría. Y no parece que estén cambiando las cosas a mejor con la llegada al Kremlin de un antiguo teniente coronel del KGB, y a la Casa Blanca de un conservador cuyo padre fue (además de presidente) director de la CIA. Rusia y EE UU mantienen estrategias enfrentadas sobre el conflicto de los Balcanes, la expansión de la OTAN al Este de Europa, la venta de armamento y tecnología nuclear a Irán, la concepción geoestratégica del mundo, la guerra de Chechenia y el propósito estadounidense de desplegar un escudo antimisiles, lo que rompería el tratado ABM antimisiles balísticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.